Alrededor de 65 millones de años después de la extinción de los dinosaurios, una especie de pez de agua dulce, encontrada en el sureste de Europa, es uno de los pocos eslabones que conectan la actualidad con tan remoto pasado.

Se trata del asprete, o "Romanichthys valsanicola" en latín, un pez de agua dulce del que se estima sobreviven apenas 15 ejemplares a lo largo de un kilómetro del cauce del río Valsan del centro de Rumania, y que fue contemporáneo de los últimos dinosaurios.

Debido a los hábitos nocturnos de este "fósil viviente", y a que pasa la mayor parte del día escondido bajo las rocas, el asprete es un animal muy difícil de ver hasta para quienes dedican todo su tiempo a estudiarlo.

Pero, en un golpe de suerte, un grupo de científicos y activistas que trabajan para evitar su extinción dieron con un grupo de 12 ejemplares el mes pasado, e incluso pudieron grabarlos para deleite de los amantes de esta especie, que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) califica como críticamente amenazada.

Probablemente es la primera vez que se pudo grabar a este pez en su hábitat natural desde que la especie fue descubierta. Esto, según los expertos, es un motivo para la esperanza, pues confirma la existencia del asprete y apunta a que la población podría superar la quincena de ejemplares en que se estima oficialmente.

Nombrado por su textura

 

Esta especie, cuyos orígenes se remontan a unos 65 millones de años, fue descubierta en 1956 por el estudiante de Biología rumano Nicolae Stoica. Mientras trabajaba en una investigación sobre la fauna piscícola de la zona, Stoica encontró, en el mismo río Valsan, un ejemplar de pez "áspero" que no se correspondía con ninguna especie descrita previamente en los tratados de zoología.

El estudiante informó a los expertos zoólogos Margareta Dumitrescu y Petre Banarescu, que en 1957 publicaron junto a Stoica el estudio científico que acreditaba la existencia de esta nueva especie, cuyo nombre en latín significa "pez rumano del Valsan".

Su nombre popular, "asprete", hace referencia a su textura áspera ("aspra" en rumano) y en el momento de su descubrimiento existía también en al menos otros dos ríos de la zona, el Arges y el Valsan, con una población estimada de varios cientos de ejemplares.

Una especie amenazada

 

La principal explicación del declive poblacional del asprete está en la construcción de la Presa Vidraru, ejecutada por las autoridades de la época con los fines de producir energía eléctrica, prevenir inundaciones y facilitar las labores de regadío en esta parte de Rumania.

Gestionada por la empresa pública Hidroeléctrica, la presa ha reducido considerablemente el flujo del río, poniendo en riesgo la supervivencia del asprete. En ocasiones, la presa de la hidroeléctrica genera grandes cantidades de agua que arrastran masas de fango río abajo; este fango puede asfixiar al asprete al entrar en sus branquias.

Además de la presa, la tala de árboles que dan sombra al río durante el día y regulan la temperatura y otras intervenciones humanas como los escalones artificiales creados en el curso del Vaslan para regular su flujo conspiran contra la continuidad del asprete en nuestro planeta.

El objetivo: un santuario ecológico

 

Científicos, empresarios, activistas de la sociedad civil y ciudadanos buscan crear en el valle del río Vaslan un santuario ecológico capaz de atraer visitas y generar beneficios económicos en la zona. Su objetivo es llevar a cabo una reconstrucción ecológica del valle, puesto que de nada servirá salvar al asprete si no se le ofrecen las condiciones adecuadas, según publicó Clarín.