Hay más de 300 millones de personas en el mundo que sufren de algún grado de depresión, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y muchos de ellas la padecen sin que todavía se les haya detectado. En Argentina, dos de cada diez la sufre.

Se trata de un trastorno mental frecuente que genera un cambio en el estado personal, en el que el individuo afectado es invadido por sentimientos prevalentemente negativos (como tristeza, dolor, pesimismo, miedo o amenaza).

“Cuando una persona padece depresión, disminuye su posibilidad de hacer frente a los retos habituales de la vida y afecta su capacidad para realizar las tareas cotidianas más simples”, dijo el psiquiatra Hugo Barrionuevo, y agregó que el deterioro de los vínculos afectivos, la interrupción de la educación y la pérdida del empleo, “son con frecuencia algunos de sus efectos”.

“La buena noticia es que contamos con los conocimientos y herramientas para hacer frente a esa problemática con bastante eficacia. Y la mala es que un número importante de los afectados no es detectado, un gran porcentaje no tiene acceso a los servicios de salud y una porción importante de los que finalmente acceden no recibe el tratamiento adecuado”, alertó en diálogo con la agencia Télam.

Es por eso que consideró que el desafío actual de los sistemas de salud es entonces adecuar los dispositivos asistenciales para favorecer el acceso a la detección temprana y al tratamiento adecuado y oportuno.

Por su parte, el director del Centro de Investigación en Neurociencia y Neuropsicología de la Universidad de Palermo, Gustavo Vázquez, señaló que la depresión afecta más frecuentemente a las mujeres y que se manifiesta generalmente entre los 25 y los 35 años.

“Cuanto más jóvenes empiezan con el cuadro clínico peor es el pronóstico: hay más cantidad de episodios, mayor abuso de sustancias, son más refractarios a los tratamientos. Por ello, el diagnóstico temprano y adecuado es fundamental”, afirmó en diálogo con esta agencia.

Una de las recomendaciones es que al momento de la entrevista con el médico, el paciente acuda con algún familiar. “Eso permite duplicar las probabilidades de diagnóstico certero, ya que muchas personas se olvidan de que en algún momento estuvieron maníacos o hipomaníacos”, señaló.

Esto se debe a que la depresión implica una alteración cognitiva o de memoria y cuando estuvieron en esa condición se sintieron bien. “Estaban activos, dormían poco y tenían grandes proyectos, por lo que no detectaron ese período como una enfermedad”, apuntó.