Los exámenes de desarrollo suelen ser muy usados en asignaturas con un temario muy extenso del que solo van a hacernos una o dos preguntas. Implican un gran desgaste porque hay que estudiar todo para concentrar la producción en unos pocos ítems. Eso sí, siempre que sepamos la respuesta.

El sitio eTítulo brindó una serie de recomendaciones al momento de preparar este tipo de exámenes.

Organización realista: estos exámenes necesitan más tiempo de preparación que el resto, nos guste o no. Para eso el clave completar todo el temario y organizarlo bien, dividiéndolo en ejes y cronológicamente, de ser necesario. El mapa que surja de ello debés tenerlo siempre a mano para consultarlo rápidamente cuando te sientas perdido.

La lectura comprensiva y el subrayado: con los temas divididos y organizados, ya podés hacer una lectura comprensiva para ir captando todas las ideas principales y subrayar lo más importante de cada una.

Resúmenes: permite ir practicando lo que pondremos en el examen (ya que, evidentemente, no se puede escribir el tema entero), al mismo tiempo que se va incorporando el contenido.

Esquemas: el temario debe achicarse todavía más y para eso conviene armar un esquema que concentre los puntos básicos a modo de repaso, pudiendo desarrollar el resto sin necesidad de recurrir a los apuntes.

Autoevaluación: las preguntas que te tocarán no serán otras que los puntos fundamentales de cada tema, así que conviene escribirlos todos para averiguar en cuál estás más flojo.

Es clave saber cuántos interrogantes tendrás en el examen y de cuánto tiempo dispones para saber qué posibilidades tenés de extenderte en cada uno. Luego debés contrastar tu respuesta con lo que dicen tus apuntes y repasar aquello que te has dejado.