Los medicamentos usuales con los que se combate la depresión se denominan inhibidores de recaptación selectiva de serotonina (SSRI), de los que el más conocido es el Prozam. Hasta ahora no había forma de saber de antemano si funcionarían adecuadamente, pero un reciente estudio probó que las circunstancias del entorno influyen sobre el funcionamiento de estos fármacos.

De acuerdo a una investigación del Istituto Superiore di Sanità de Roma, entre un 30% y un 50% de las personas que consumen antidepresivos no obtienen el efecto buscado. Y nadie sabía el motivo hasta ahora.

Según la jefa de la investigación, Silvia Poggini, en verdad los SSRI no combaten la depresión sino que aumentan la plasticidad del cerebro, y la recuperación llega por otros factores. "En cierto modo, parece que los SSRI abren el cerebro para moverse de un estado fijo de infelicidad a una condición en la que otras circunstancias pueden determinar si se recupera o no", argumenta y consigna el portal 20 Minutos.

Los investigadores revelaron que son las condiciones ambientales existentes al momento del tratamiento las que determinan si es probable mejorar o empeorar. Para probar esto, los autores tomaron una muestra de ratones a los que se les sometió a estrés durante dos semanas. Luego les suministraron un tratamiento antidepresivo y los dividieron. Una parte siguió bajo situaciones de estrés y la otra pasó a un ambiente confortable.

Tras analizarlos, descubrieron que el último grupo salió del estado depresivo, mientras que el primero se hundió más en ese pozo. Más allá de que los resultados son preliminares y aún no se probaron en humanos, los científicos concluyeron que es necesario empezar a considerar a los antidepresivos sólo como una herramienta -no como la solución al cuadro- que debe ser complementada con otras.