Pedro Robledo

En el predio “Martín Fierro”, a orillas del río Paraná, Diamante vivió su gran fiesta anual. La presencia mayoritaria de artistas de Entre Ríos y la mayoría de los espectadores vistiendo pilchas gauchas, son características que destacan a Diamante.

La primera noche (sábado) tuvo las presencias artísticas centrales de Tonolec y del santiagueño Mario Alvarez Quiroga. También se destacaron los locales: Los del Gualeyán y El Canoero.

El domingo, ante una multitud estimada en quince mil espectadores, brilló Jorge Rojas mostrando algunas nuevas canciones que estarán en el próximo disco.

También mostró como novedad la inclusión en el grupo de dos jóvenes violinistas del Chaco Salteño: Fermín Pereyra y René Gómez a quienes presentó como sus “refuerzos de temporada”.

Francisco Cuestas se presentó por primera vez en su ciudad como solista, sumando a su padre Néstor como invitado. Francisco volvió más tarde al escenario, invitado por Rojas.

En la apertura del lunes, en el campo de la jineteada, se representó la Batalla del Espinillo, la primera lucha ganada por el federalismo hace 200 años. Allí, los animadores destacaron la tarea de revisionismo histórico encarada por el gobierno de Entre Ríos.

Esa noche cantó la rosarina María Elena Sosa. Pasada la medianoche, con su habitual garra, interpretó “Punta Cayastá”, “Amor salvaje”, “Esa musiquita”, “La villerita” y “Pescador y guitarrero”, mezclándose con el público en las plateas.

Los de Imaguaré, el conjunto fundado por Julio Cáceres y Joaquín Sheridan, y el jujeño Bruno Arias cerraron la jornada.

La lluvia obligó a suspender la programación prevista para el martes.

En el cierre, actuaron Carlos Fernández, Carlos Santa María y el Chango Spasiuk .El acordeonista misionero volvía a Diamante luego de varios años de ausencia y concretó una actuación acotada.

El festival suma todos los años su atractivo a las bellezas naturales de Diamante y significa el inicio del calendario festivalero de la Argentina.

Paisana nacional

María Natalia Almaraz, de 26 años, de Gualeguay, fue elegida reina del festival.

Nerviosa, contenta y orgullosa por la distinción, contó que “me dedico a domar caballos desde hace cuatro años, con mucho amor al animal”.

El espectáculo de las tropillas

La belleza del caballo criollo es apreciada en el “entablado de tropillas”, espectáculo en el que una decena de potros moros, overos, bayos y de otros pelajes siguen a la yegua madrina que es reconocida por el sonido de su cencerro.

En la “prueba de encierre” del lunes, 165 potros mansos se mezclaron y luego salieron en búsqueda de su yegua madrina. La tropilla ganadora es la que logra juntarse más rápido. Allí resultó ganadora la tropilla de petisos.

El fogón de los payadores

Bautizado “Rafael Bueno”, en homenaje al animador de jineteadas fallecido en 2009 mientras participaba de Diamante, el mangrullo reunió una veintena de payadores, algunos de ellos consagrados como Gustavo Guichón y Uberfil Concepción.