La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, negó este martes su renuncia al cargo y reiteró su denuncia sobre la existencia de un intento de "golpe" para sacarla del poder mediante un juicio político, al recibir el respaldo de centenas de juristas en el Palacio del Planalto, sede del gobierno en Brasilia.

"No hay lugar para medias tintas: lo que está en curso es un golpe contra la democracia. Jamás renunciaré", afirmó Rousseff en un pronunciamiento.

"No habrá golpe", sostuvo la mandataria en un discurso en el que pidió a los tribunales actuar para defender el Estado de Derecho.

La ceremonia contó con la presencia de una treintena de juristas y decenas de activistas de movimientos sociales que coincidieron en que no hay fundamentos legales para procesar a Rousseff, que enfrenta una de las peores crisis políticas que se recuerde en la historia del país.

La mandataria insistió en que la oposición ha puesto en marcha el trámite para un juicio político porque "no acepta" su victoria en las elecciones de 2014, en las que fue reelegida para un segundo mandato, y calificó el proceso en el Congreso de "amenaza" a la democracia.

"Condenar a alguien por un crimen que no cometió es la mayor violencia que se puede cometer contra una persona" declaró Rousseff, quien recordó que ya fue "víctima de la dictadura", en alusión al tiempo que pasó en prisión durante el último régimen militar, que se prolongó entre 1964 y 1985.

"Ahora, lucharé para no ser víctima en plena democracia", afirmó la mandataria, respaldada por un coro que cantaba "no habrá golpe".