Esta nueva carrera, aprobada en diciembre por el Consejo Directivo de la Facultad y por el Consejo Superior de l. Universidad Nacional de Rosario, está basado en materias de comunicación social y tendrá una vinculación con cátedras de la Facultad de Humanidades en materias pedagógicas y otros espacios con las nuevas tecnologías y estructuras de la cultura.

Entre las incumbencias profesionales se distinguen el ejercicio de la docencia profesional y la intervención para generar en lo educativo, nuevos espacios comunicacionales. Por un lado, es habilitante para ejercer en todos los niveles de la enseñanza formal que incluyan temáticas vinculadas al área específica del conocimiento y por el otro, tiene como propósito pensar otros escenarios educativos no formales, que forman parte del proceso pedagógico-social, desde talleres a la educación en centros de detención, organizaciones sociales y barriales.

Elizabeth Martínez de Aguirre, directora de la Escuela de Comunicación Social, sostiene que la carrera está orientada al campo de la educomunicación: “El perfil del graduado que pensamos cuando elaboramos esta propuesta es en el profesor en medios, el profesor en los nuevos lenguajes de la cultura contemporánea, en las mediaciones tecnológicas globales del mundo actual”. Y continuó diciendo: “Tenemos que tener profesores capacitados para enseñarnos cómo movernos en esta nueva sociedad de la información y de las tecnologías. Ya no nos alcanza con un taller de radio en tercer año, ya nos hace falta una formación sistemática para las nuevas generaciones, para los nativos digitales, para los nuevos alfabetos de la cultura contemporánea”.

El Profesorado de Comunicación Educativa se conforma como un programa integral de formación académica,  que articula las tres dimensiones de la cultura universitaria: docencia, investigación, extensión,  en tiempos de expansión de la cultura audiovisual-digital. “No es únicamente una articulación pedagógica. Es una articulación de la nueva cultura con una intervención profesional. Toda acción educativa es, indefectiblemente, una acción comunicativa”, afirma Martínez de Aguirre.

Tomando como fundamento una definición de la UNESCO sobre la educación como “una comunicación organizada y continuada encaminada a suscitar un aprendizaje´, Martínez de Aguirre sostiene que el desafío es poder articular un proyecto educativo integral capaz de alcanzar el lenguaje de los nuevos medios de comunicación con la eficacia de las propuestas pedagógicas necesarias para comprender y  transformar el horizonte sociopolítico donde se inscriben nuestras propias prácticas educativas. “En el siglo d. las tecnologías, el acceso a la información es universal y extendido; el problema ya no es el acceso a la información sino el procesamiento de ese mar de datos”, explica la directora.

La nueva carrera tendrá una duración de cuatro años para ingresantes, los graduados en comunicación social podrán homologar materias, y formará docentes en los nuevos medios y lenguajes de la comunicación. “El profesorado tiene una formación disciplinar básica del campo de la comunicación: necesita lenguajes, conocimientos en sociología, comprensión filosófica; un conjunto de saberes disciplinares básicos y eso ocupa un porcentaje alto de la carrera. Luego necesita una formación genérica en docencia,  que actualmente se realizan en Humanidades y ahora algunas de ellas se van a dictar en esta Facultad y, por último, la formación en educomunicación, con materias orientadas al nuevo escenario digital como ser: Epistemología de la Visualidad, Narrativas Transmedia en el Campo Educomunicacional, Educomunicación en la Sociedad del Conocimiento, etc”, detalla la directora.

Otra novedad de la carrera es que la residencia está planteada en dos niveles: dentro y fuera del aula: “La residencia educativa incluye el ámbito formal y el ámbito no formal. Toda la dimensión educativa está alojada en las distintas instituciones de la sociedad: desde la cárcel al museo, de la ONG al taller barrial. Hay dos residencias: en tercer año la no formal y en cuarto la formal”, explicita Martínez de Aguirre y agrega: “Es una nueva mirada que trata de conservar lo mejor de la experiencia educativa de la licenciatura, del ciclo de profesorado, de todas las tradiciones anteriores que empiezan con la recuperación de la democracia y de la carrera, que este año cumple 40 años. La dimensión educativa estuvo siempre presente a la par del desarrollo del campo de la comunicación”.

Como explica Martínez de Aguirre, el profesor en comunicación educativa está pensado como un “activista educativo cultural”  que promueve, asesora, diseña; no sólo es un docente. Asume una posición de compromiso con la institución y la comunidad donde interviene.