El diario estadounidense New York Times publicó en su edición del último martes, un artículo en el que avanza sobre el clásico rosarino. Bajo el título “En el fútbol de Argentina, la rivalidad surca una ciudad”.
Resulta llamativo no sólo que un medio dedicado a la política y economía –no al deporte– de Estados Unidos –un país que ni siquiera tiene fútbol sino soccer– relate lo que ocurre en la previa del partido entre Central y Newell´s, sino que además, muestre interés en un encuentro que se disputa fuera de Buenos Aires.
La nota comienza así: “Pregúntenle a cualquier fanático del fútbol por la mayor rivalidad en el fútbol en Argentina y la respuesta será Boca-River (se lo menciona como “superclásico”, con acento y todo) .
En el primer párrafo, cita el derby de Avellaneda Racing-Idependiente y da cuenta de que a ambos equipos los separa una calle (una avenida, para ser exactos) . Pero el dato es que la cuestión de la territorialidad da pie para hablar de la situación en Rosario.
“En esta ciudad portuaria del Paraná, lugar de nacimiento de Lionel Messi y el punto de exportación de buena parte de la producción sojera del país, el fútbol reproduce en cada esquina la rivalidad entre los equipos”, continúa.
El artículo señala que, quien camina por la zona norte de la ciudad se encuentra con paredes, luces y veredas, todas pintadas “del azul y amarillo de Rosario Central” (..) “En el sur, éstas son negras y rojas” y marcan el territorio de Newell´s Old Boys.
Es más, la nota recupera algunos testimonios de hinchas locales, como el caso de Juan Yacob, quien “regentea un restaurant temático canalla”: «O sos hincha de Central o de Newell’s, sino sos nada»”.
“En la semana previa al encuentro entre ambos equipos, como ocurrirá el domingo, tras una extraña calma en su rivalidad centenaria, los vientos de la intranquilidad soplan más fuertes”, escribe el cronista-poeta, al tiempo que explica que “no hay neutrales” ante el clásico.
“«La gente comienza a actuar de un modo diferente en la calle,» dijo Mario Zanabria, una famosa figura de Newell’s, quien marcó el gol contra Central en 1974 que le aseguró al club su primer título.Zanabria, de 65 años, quien jugó en otros clásicos, incluso Boca-River. Pero Central y Newell’s, es el más duro. «Moviliza una ciudad entera», dijo”, reseña la crónica.
“El sentimiento de pertenencia a canda uno de los bandos es tal que en 1970, cuando Central estudiaba la posibilidad de vender a Aldo Poy, un delantero que creció a tres cuadras del estadio (Arroyito), cerró la posibilidad escondiéndose en la Isla. Un año más tarde, Poy marcó el gol más celebrado en la historia de Central”, continúa el artículo que, ante la pregunta del lector, no hace ninguna mención a la “palomita” o full-length dive.
El artículo tiene otros puntos bastantes distintivos, como cuando comenta que los seguidores de los equipos locales no de definen como “hinchas” sino como “enfermos” y también recupera los motes de “leprosos” y “canalla” (por supuesto que explica en inglés las razones de tales nickames).
En la nota también se leen la voces del periodista Martín Souto “Rosario está enfermo (..) es la ciudad con los hinchas más patológicos”; Alfredo Berti “jugar con Central tras este tiempo indudablemente genera mucha expectativa”, y hasta David Trezeget.
Además, para dar cuenta de la tensión que genera el partido y las consecuencias físicas y emocionales de una derrota, el autor recupera la frase de Roberto Fontanarrosa: “Después de perder un clásico tenés que meterte en la cama y no salir por veinte días”.