Organizado por la Secretaría de Derechos Humanos del Rectorado, sin los clásicos “sponsors” ni medios de comunicación que divulgaran los ricos contenidos que se debatía cada día, desde diferentes disciplinas e incluso ideologías políticas, con profesionales de distintas Universidades latinoamericanas, públicas y privadas, se llevó a cabo en Rosario, el IV Congreso Argentino Latinoamericano de Derechos Humanos entre el 14 al 17 de mayo del 2013.
A quienes vinieron por primera vez, les llamó la atención, la diferencia entre este encuentro (prefiero este término) y otros congresos. No hubo grandes figuras académicas, ni expertismos soberbios, tampoco stand con regalos ni publicidades, ni trajeados ni almidonados, ni almuerzos, ni cenas opíparas, solo el fértil intercambio simétrico de ideas y experiencias, teñidas del indispensable espíritu crítico. La mayoría de los expositores no leían, sus ponencias parecían clases explicativas, seguidas de rondas de discusión en geometrías esféricas, como propone Peter Sloterdijk, mientras circulaban mates, caramelos, sueños y nos preñábamos de proyectos.
Desde esas “geometrías de acordes” (Dmitri Tymoczko), fue posible escapar del secuestro de viejos paradigmas, que no sirven a la hora de abordar la complejidad de la problemática de la vida digna. Inevitablemente, se plantearon disentimientos, expresados al unísono, en tonalidades intensificadas por pasiones encontradas. Se enarbolaban creencias y verdades personales, grupales, flexibles o inapelables...
El arcoíris de exposiciones, fue notable, mientras una violoncelista defendía la “libre expresión” y criticaba a Kant, en otro salón una madre adoptiva reclamaba la figura del abogado del niño y un expositor de Brasil destacaba la indiferencia ante los horarios y consumos adolescentes, una de las tantas causas de redituables patologías instaladas por el mercado... Ni siquiera la excelente traductora del área del niño, niña y adolescente, pudo mantuvo indiferente, como ocurre generalmente y se incluyó espontáneamente en el debate, aportando su experiencia y visión.
Todos recalcaron el abismo entre los discursos teóricos y sus famélicas praxis o ejecuciones, consecuentes a las guerras entre opositores políticos, religiosos, científicos, ideológicos y sobre todo narcisísticos. Latía el concepto de Jürgen Habermas: lo importante es el entendimiento (vesterhen) o comprensión, tanto sobre las cuestiones teóricas como la práctica ética- moral, que no se consiguen por la fuerza, sino por la vía del razonamiento e intercambio de experiencias y observaciones empíricas.
Tal vez debamos preguntarnos y repreguntarnos, ante tantos cambios y avances científicos: ¿Qué consideramos humano? ¿Acaso los 25.000 o 30.000 genes?, con que se nace, número semejante a los que portan los simios, ratones o gusanos?, las 100.000 millones de neuronas que participan en las percepciones , sensaciones, sentimientos y “re acciones”o comportamientos?, las 500 billones de conexiones entre neuronas, emblemáticamente invalidadas si están aisladas? Si bien todas estas cuestiones neurobiológicas y genéticas intervienen, es el compromiso epigenético y ético, , del medio ambiente interhumano lo que despierta, activa o anula genes y fecunda, gesta, lo humano.
Desde esta “altura” de mi ciclo vital, siento necesidad de reclamar más deberes y compromisos y luchar contra lo que denomino: “autismo social”, quizás identificada con la anciana y sabia Rita Levi Montalcini. Se unió a otros neurobiólogos y redactaron una declaración de responsabilidades o deberes que acaben con las discriminaciones, deprivaciones o pobrezas y tantas otras cuestiones nacidas en la convivencia humana: “Trieste Declaration of Human Duties. A Code of Ethics of shared Responsabilities.” (Declaración de Trieste de Derechos Humanos. Un código de ética de responsabilidades compartidas (Trieste University Press, 1997 pag. 118)
Quiero destacar que este Congreso, “hecho a pulmón”, se logró gracias al esfuerzo titánico de quienes lo organizaron, comenzando por Mirtha Taborda, que ideó y gestó desde el primero al IV Congreso, en los últimos ocho años, siguiendo por los múltiples coordinadores, todos ayudados todos por Erika y Micaela, secretarias consustanciadas con el tema, que lograron ordenar el caos, con paciencia, afecto y compromiso por lo que se estaba realizando.
Mirta Guelman de Javkin (Coordinadora del Área del niño, niña, adolescente y joven).
mirtaguelman@hotmail.com