El desafío de enseñar, para el reconocido educador Gustavo Iaies, no se trata solo de los maestros, también es para padres y madres. No es únicamente la escuela o el Estado los que enfrentan el reto de encontrar un sentido a la educación y un norte para los millones de chicos que cada día entran a las aulas. Es la propia sociedad la que debe encontrarlo, dice el autor, y sostiene que los chicos se sienten solos en un mundo de incertezas.

El autor cuenta que, desde hace años, en el sistema educativo se hacen diferentes cuestionamientos respecto al modo de enseñar: "¿Le voy a escribir la ortografía a un pide de primero o de segundo, si se está largando a escribir"?, "¿Le voy corregir la caligrafía, si está empezando?". Dudas que lo que terminaron haciendo es que la redacción fuera un desastre, que los textos que los chicos traían eran ilegibles: "Tengo la sensación que a partir de ahí se generó esta sensación de los padres que les dicen a los pibes que quieren ser los amigos, los maestros que quieren ser compinches de los alumnos y esta sensación de que no hay asimetría. Si yo que soy adulto digo que somos amigos, lo real es que dejé de tener responsabilidad porque somos simétricos y la verdad es que no puedo dejar de tener responsabilidad porque sino lo dejé solo", sostiene Iaies y agrega: "Estamos en una generación que se pregunta cómo cuidar a los chicos, si lo que tiene que hacer es acercarse y ser amigos o ser adultos y guiarlos. Nos están faltando respuestas de ese orden. Todo el tiempo dudamos de si las pautas que estamos poniendo valen la pena, si las podemos imponer o no. No nos podemos pasar la vida discutiendo las normas con los pibes porque sino no hay nada claro, no se sabe qué es lo que tienen que hacer".

Iaies sostiene que el concepto de autoridad está en crisis con un concepto de orden social: "En mi escuela secundaria estaba prohibido fumar pero todos sabíamos que en el baño del segundo piso alguno fumaba y que si caía el preceptor te ponían amonestaciones y que después en tu casa te volvían a retar. Había norma y había transgresión, no es que éramos unos santos. Todos alguna vez tomábamos, fumábamos o volvíamos tarde, algo transgredíamos pero teníamos claro que eso era así. Eso era un orden. Cuándo hoy le decís a los padres ¿vos lo dejás fumar o tomar de esta manera?, te dice: ¿y qué querés que haga si todos los dejan?. Pero el pibe necesita una palabra tuya de que eso es malo, eventualmente lo transgredirá pero necesita sentir que no querés que tome. Está faltando una palabra fuerte de que pasa con eso".

El autor explica que los profesores deben hacer de profesores, los rectores de rectores y los padres de padres. La sensación de ellos es: "jueguen el partido que les toca así nosotros podemos jugar el que nos toca a nosotros porque si vos no haces de adulto, yo no puedo hacer de joven". Ahí está el desafío. En algún momento vos te tenés que dejar de identificar con tu hija, te tenés que sacar la camisa de los chicos castigados y ponerte la del adulto responsable. Lo que les enseñamos se lo tenemos que poder explicar y lo tienen que poder entender, una escuela que explica y los chicos comprenden es mucho más potente que esta cosas de aprender de memoria, pero tampoco podemos creer que les vamos a explicar todo y van a estar en todo de acuerdo, se supone que hay determinadas cosas que nosotros como adultos tenemos y hay que asumir esa responsabilidad, sino los dejamos solos.

En nuestra sociedad más que en otras, está claro que no podemos seguir funcionando así. En algunas cosas tenemos que tener algunas pautas de orden, no nos podemos pasar discutiendo esto. La escuela era contracultural, algún día con Sarmiento se dijo porque afuera de la escuela es así, tenemos que hacer adentro una escuela con orden que transmita y que haga. No creo que haya que volver a esa escuela. Uno puede encontrar artículos del Monitor de la Educación Común, donde se decía "Usted entra al aula, saluda a los chicos, pone la fecha en el margen derecho del pizarrón, pone el título". No creo que tengamos que volver a un sistema de arriba hacia abajo con órdenes, pero está claro que la escuela está muy contagiada de la sociedad que tenemos.

Fuente: Infobae