El estrés se sustenta en el modo que tiene una persona de percibir una determinada situación o circunstancia. Está íntimamente vinculado con la subjetividad, con las estrategias de afrontamiento y con un conjunto de respuestas psicológicas y fisiológicas, que son propias de cada persona, que tiene su origen en una etapa muy temprana y que se cultivan a lo largo de toda la historia de una persona.

El estrés se produce cuando se rompe el balance entre la percepción de la demanda y la percepción de la propia capacidad para hacer frente a esa demanda

Estamos expuestos a muchísimas exigencias :
- De orden familiar: Los problemas de los hijos y/o de los padres, los conflictos conyugales, enfermedades o muerte de algún familiar etc..
- De orden personal: La insatisfacción en el cumplimiento de metas, o bien, el planteamiento de metas muy altas y el pensamiento negativo etc..
- De orden laboral: Cargas excesivas de responsabilidad, tiempo limitado para entrega de trabajos, jefes exigentes y comunicación ineficaz, entre otros.

Y podría seguir enumerando… Continuamente el organismo va renovando sus recursos para adaptase favorablemente a las circunstancias. La complejidad acontece cuando el agente estrésor (por eje. estrés laboral, etc.) perdura por mucho tiempo. Es ahí donde la reacción de estrés termina por convertirse en lo que se denomina Síndrome general de adaptación.

El estrés reposa en un mecanismo tripartito, es decir está constituido por tres partes de las cuales la tercera es la etapa más aguda del cuadro.

La primera etapa se denomina reacción de alarma; es la reacción del organismo ante una situación que se presenta de forma agobiante, para la cual no estaba preparado. Aquí el organismo responde con síntomas típicos como son las taquicardias, presión sanguínea, hipertensión, hiperglucemia etc.

En la segunda etapa; el organismo utiliza todos sus recursos adaptativos logrando adaptarse a las circunstancias de manera satisfactoria mejorando notablemente los síntomas acontecidos en la primera etapa hasta hacerlos desaparecer.

La tercera etapa; es la que requiere de mayor atención. Aquí el organismo tras intentos de adaptación no logra adaptarse, situación que lo lleva a permanecer por tiempo prolongados bajo los efectos del agente estresor, generando la recurrencia de los síntomas manifestados en la primera etapa y favoreciendo a la formación de síntomas y malestares, llegando en casos extremos a provocar la muerte.

Los síntomas más comunes y sencillos de identificar son:
- Físicos: Taquicardia, sudoración, temblor, manos y pies fríos, tensión muscular, falta o aumento de apetito, diarrea o estreñimiento, insomnio, tartamudeo, fatiga y resequedad en la boca, entre otros.
- Psicológicos: Ganas de llorar, dificultad para concentrarse, disminución de la memoria, ansiedad, preocupación en exceso, lentitud de pensamiento, irritabilidad y cambios de humor constantes, etc.



Es valioso destacar que las personas que presentan una personalidad de estilo dominante y autoritario, con una actitud hostil, competitiva, con tendencia a la actividad permanente, con preocupaciones excesivas por el rendimiento y los resultados que se demuestren siempre apurados e impacientes; presentan mayor predisposición a percibir las situaciones como estresantes.

Muchas veces las personas se mal predisponen a la hora de resolver o de afrontar determinadas situaciones, instalándose la queja como único recurso. Esto se debe a que las exigencias externas e internas “superan” la capacidad de respuesta.

Es necesario comprender y aceptar que todo el tiempo las circunstancias de la vida ponen a prueba los recursos y los mecanismos de los que dispone el organismos para vivir de forma saludable. Depende de cada uno el modo de sobrellevarlas a delante .

El adulto debería poder reparar en las situaciones, conocer sus recursos, evaluar la situación desbordante y actuar de forma conciente sobre las dificultades que la vida le presenta. Esto se puede.

Una actitud responsable y comprometida disminuye la tención en el caso que se requiera. En el caso reconocer que solo no se puede sobrellevar la situación, pedir ayuda también compete a los adultos.

Recordar siempre que el estrés está íntimamente vinculado con el modo de percibir nuestra vida y la de los demás, ya que en función de eso actuamos y sentimos. Y hay que tener presente que sobre eso se apoya el modo de sobrellevar los avatares de lo cotidiano.


Ps. Verónica Andrea Azorin
Mat. Nº 4945