Sabrina Ferrarese

Libros, cubiertos, perfumeros, lámparas, teteras, valijas. Juguetes, herraduras, ceniceros, collares de perlas de fantasía. La feria retro expone cada fin de semana una variedad infinita de objetos a la venta. 
En medio de tanto olor a viejo, un perro sacude su cola larga y pesada y mete su nariz fría en medio de porcelanas del pasado que tambalean sobre un tablón algo inestable. La titular del puesto disimula una mueca de espanto, intenta apartarlo con la mano como si fuese una mosca hasta que se le termina la paciencia. Encara con una sonrisita a su dueño y le pide que se haga cargo: “Tendrías que ponerle la correa”, sugiere siempre amable.

“¿A vos te gustaría que te ataran una correa al cuello?”La respuesta viene acompañada con un gesto que el perro entiende como “vamos, salgamos de este horrible lugar”. Ambos siguen camino, los dos sueltos.Guau.

¿Es que está de moda salir a caminar junto a las mascotas sin ataduras? Los veo juntos, varones y mujeres, perritos y perrotes, pasear por parques y calles. Los animales brincan de emoción y sus dueños disfrutan también de algún picadito corto o de chiflarles de vez en cuando y gritarles sus nombres para que paren la carrera en cada esquina.

“Vení para acá”, ordena entre risas una chica, mientras el pichicho pone sus patas sobre el mantel que dos amigos extendieron en el césped. Pero qué pícaro es Toby, mirá como se come las facturas de los chicos.“No te asustes, no te hace nada”, dice el señor mientras el hocico de su rottweiller se tienta con mis partes. “Pasá tranquila. ¿Morder? Pero si está jugando con tus zapatos nomás” Uf.

En casa tengo una gatita pero adoro los perros. Para más datos, mi papá es veterinario y me crió rodeada de ladridos, pelos, cacas y babas. A pesar de este amor, les temo si son grandes y si se acercan, aún con intensiones de mimos.

Otro punto es la propia seguridad de los pichichos dejados al azar entre tanto auto y colectivo. Ya lo dejaron claro los especialistas en el tema: a las mascotas se las pasea ataditas y muy cerquita de los dueños.¿Por qué no les ponemos correa?En la ciudad, la ordenanza 7445 de 2002 lo establece así. Apretémonos más a las normas que no ahorcan y todos más libres. Un poco, al menos.