Pedro Robledo

La reunión de Falú y la Orquesta fue producto de la iniciativa de Víctor Gasparotti, miembro de la Fundación Yupanquiana.

En la primera parte del espectáculo, el guitarrista ofreció temas propios y versiones del cancionero folklórico con su sello.

Juan Falú tiene la particularidad de no diagramar previamente su repertorio, lo va resolviendo en el momento.

Luego de meditar algunos segundos, decidió iniciar su presentación con una improvisación sobre "Alfonsina y el mar".

Luego de "La jewsburiana" (dedicada al guitarrista cordobés Jorge Jewsbury), una composición propia, eligió un tango: "Nieblas del riachuelo".

Antes de interpretar "Pastor de nubes", se refirió a su compositor. Fernando Portal (músico salteño), vivió sus últimos días en Rosario. "Estaba casado con una santafesina, que lo cuidó mucho, excesivamente, ya que no lo dejaba beber", comentó antes de tocar su zamba más querida.

Su versión de "La vieja" (chacarera), y su zamba "Como el aire" siguieron dando cuenta de su guitarra siempre con la afinación justa.

Para finalizar su tarea solo, antes de la suite con la orquesta, ofreció generosamente que el público elija zambas. Gratamente sorprendido por los pedidos, hizo un recorrido por varias zambas con versiones libres de "La llorona", "Debajo del sauce solo" y "La López Pereyra".

"Me quedé medio rengo después de esto", confesó sonriente y otorgó un bis: "De la raíz a la copa" (gato).

Músico autodidacta, Juan Falú es muy respetuoso de lo clásico y aceptó gustoso la propuesta de tocar arreglos de algunas de sus obras junto a la Orquesta rosarina.

Fueron cinco piezas con distintos ritmos folklóricos: bailecito, zamba, gato, vidala y cueca.

Con Fernando Ciraolo de viaje por el exterior, el ensamble de cuerdas fue dirigido por Rodolfo Marchesini, el concertino, quien también se ocupó de dirigir los ensayos. El director recordó previamente las dos suites anteriores ejecutadas con Eduardo Falú (tío de Juan), una de las cuales se registró en un disco editado por la Editorial Municipal de Rosario.

También hizo mención a las dificultades que supone el folklore para ser tocado por una orquesta de cámara, especialmente por las complejidades de la zamba.

Saliéndose de los códigos de la música académica, Juan Falú logró descontracturar la escena.

Ante los aplausos y ovaciones de pie, después de repetir el gato, regaló una obra más de su historia creativa. "Que lo diga el río", una guarania compuesta durante sus últimos años de residencia en Brasil (vivió allí ocho años), fue la elegida y se la dedicó a la Orquesta.

La experiencia de reunir a Juan Falú y a la Orquesta de Cámara Municipal resultó altamente gratificante.

Los músicos intuitivos son recurrentemente soslayados por los académicos. Sin embargo, en este caso, quedó demostrado que la buena música logra acercar posiciones y derribar fronteras estériles.