Como casi todo, esta cuestión tiene una explicación científica y una solución. 

El miedo al propio cuerpo

Uno de los cambios mayoritarios que se produce en el deseo sexual con el aumento de peso está relacionado con la falta de confianza en uno mismo. En otras palabras, con la carencia de amor propio y por lo tanto, con las ganas de esconderse del otro. Esta inseguridad solo consigue complicar la intimidad, hacer que la pareja no se sienta cómoda y limitar las posibilidades en la cama.

Para concretar: cuando el aumento de peso tiene consecuencias psicológicas que te impiden aceptarte, podés experimentar una disminución del deseo sexual.

Para superarlo, el apoyo de la pareja es importante. Sin embargo, si creés que nunca más podrás tener relaciones con la luz encendida por la vergüenza que te producen esos kilitos, deberías consultarlo con un especialista.

Los kilos y los cambios hormonales

Pero los cambios físicos relacionados con el aumento de peso y la visión que se tiene de uno mismo no es lo único que afecta al deseo sexual. Ganar peso hace que nuestro cuerpo lance al flujo sanguíneo diferentes tipos de hormonas, que alteran nuestra manera de desear al otro. De hecho, en muchos casos esas hormonas terminan por sofocar la llama de la pasión.

Entonces, ¿cómo se supone que puedes minar esta inseguridad y retornar a tu equilibrio hormonal? Para ponerle un punto final a esta problemática, es vital que te enfoques en aquellas prácticas que te harán sentir mejor. ¿Por ejemplo? Una alimentación sana y una rutina de ejercicio. El resultado valdrá la pena.