Los adultos jóvenes que muestran actitudes hostiles y agresivas, y que tienen dificultad para lidiar con el estrés diario, pueden experimentar problemas de salud en el cerebro en la edad adulta. La afirmación surge del último estudio llevado a cabo por científicos del Instituto Nacional en Bethesda, Maryland, Estados Unidos y que publicó la revista Neurology.

La investigación expuso evidencias de que tener actitudes negativas ante las demás personas o en determinadas circunstancias puede disminuir el umbral de activación de la respuesta al estrés. El estudio confirmó la teoría y profundizó en ello, afirmando también que este tipo de personalidades pueden tener un impacto en la función cognitiva y en los perfiles de riesgo vascular, asociados al deterioro cognitivo.

Los científicos examinaron una muestra de 3.126 personas en dos etapas diferentes de su vida: primero a los 25 años y, posteriormente, a los 50. En ambos momentos, los voluntarios respondieron un cuestionario acerca de su personalidad: actitud, capacidad para gestionar el estrés, y llevaron a cabo unas pruebas sobre sus capacidades cognitivas y de memoria.

Los datos acerca de la personalidad de cada uno se utilizaron para medir los niveles de hostilidad de los participantes, ya que las preguntas fueron diseñadas para evaluar la desconfianza, herramientas para controlar el estrés, el comportamiento agresivo o los sentimientos negativos asociados a las relaciones sociales. Así, los voluntarios fueron divididos en cuatro grupos de mayor a menor nivel de hostilidad, según los resultados del cuestionario.

El análisis de las pruebas cognitivas, cuando los voluntarios contaban con una media de 50 años de edad, demostró que las personas con los niveles más altos de agresividad y hostilidad fueron las que peor calificación obtuvieron en todos las pruebas, comparado con sus resultados previos cuando tenían 25.

"No podemos pensar que nuestros rasgos de personalidad tienen alguna relación directa con lo bien que pensamos o recordamos las cosas, pero sí encontramos que el efecto de tener una actitud hostil y pobres habilidades para afrontarse al estrés, eran similares al efecto de más de una década de envejecimiento", explicó Lenore J. Launer, líder del estudio.

Según la experta, estos resultados no prueban que las actitudes hostiles causen un deterioro de la memoria y el pensamiento, pero sí indican una asociación.

La investigación encontró tres puntos claves en los que vale la pena crear los cimientos para evitar actitudes que pueden generar efectos negativos.

- Suprimir la ira: Este tipo de experimentación conduce a la disminución positiva pero no elimina de ninguna forma la misma experiencia de la emoción. Poder trabajar la capacidad para suprimir la ira en el momento más hostil, es una de las claves para manejar de forma positiva las vivencias.

- No expresar los enojos: La investigación sugiere escaparle a las emociones negativas y a la demostración de ellas. Las respuestas emocionales hacen uso de los mismos recursos mentales que se ven limitados.

- Entender a la otra persona: "Si un jefe expresa una orden con un grito o enojado, es importante tener la capacidad de entender que puede tener un mal día y no ponerse a la par de él", relató la investigación. Interpretar los enojos y no involucrarse generará tranquilidad y ser parte del contagio de ese mal momento.