El respeto por el silencio de todos los habitantes de la ciudad de Santk Polten, no se rompe cuando empieza el entrenamiento de la selección de Irán. Su traductor casi no tiene que participar en una hora de ejercicios. Carlos Queiroz no es de los entrenadores “modernos”, con movimientos activos en los entrenamientos y constantes indicaciones. Él se para, pensante, y mira. Cada tanto, cuidadosamente cada tanto, le dice algo en portugués al hombre que lleva la tarea de comunicarle a sus dirigidos algunas ideas de su juego. Como jefe de grupo, Queiroz no condiciona lo que hacen sus jugadores. No les dice lo que tienen que hacer, sino que plantea una plataforma y un contexto para que ellos mismos sean los verdaderamente protagonistas en la tarde fría austríaca.

Queiroz también habla español. Se acerca y se sorprende. No habrá preguntas sobre su renuncia a la selección de Irán (se producirá luego del partido frente a Suecia el 31 de marzo) o sobre el próximo compromiso de su equipo frente a Chile. Tendrá que hablar sobre algo que afectó el ánimo de los argentinos durante 89 minutos en un Mundial de fútbol. La organización defensiva de sus equipos. Queiroz cree en la zona, en la cooperación para el “somos uno” en la defensa, en la organización colectiva para anular iniciativas individuales.

Durante el Mundial de Brasil pareció encontrar la fórmula sobre la que existen muchos debates y pocas soluciones, o ninguna. Rara vez un equipo que se plantea anular a Messi lo logra. Irán en su partido frente a Argentina del 21 de junio de 2014, significó una digna prueba para aquellos que piensan en un sistema colectivo para organizarse y anular intenciones rivales.

Todos los equipos que enfrentan a Argentina se preguntan lo mismo: ¿Cómo anular a Messi? Algunos indican marca personal, individual, por toda la cancha.

No es el caso de Queiroz, que mira atento como los jugadores iraníes suben al micro que los llevará al hotel donde se hospedan en Santk Polten. 

“No tenemos jugadores como las potencias. Nuestra defensa debe ser grupal. Frente a Argentina, dejamos libre la primera intención del rival. Cuando Messi se hacía con la pelota, no íbamos enseguida sobre él. Nos preocupamos por donde podían ir los pases de los jugadores que tenían el balón”, razona Queiroz en conversación exclusiva con Rosario3. Le explica a un medio argentino, cómo hizo para que Irán casi le arranque un empate en un partido de grupo en un Mundial a los argentinos.  

“Ubicación de la pelota, ubicación de jugadores contrarios y anular espacios, son tres cosas que no debemos olvidar si hablamos de juego zonal. Las tres deben estar integradas (¡el entrenamiento de la escuela portuguesa es sistémico!) complementadas todo el tiempo. Fue difícil convencer a los jugadores de esta manera de defender. Ellos están acostumbrados a otra cosa. Ir atrás de la pelota es fácil. Ir atrás del jugador e intentar robar, también. Pero lo que no es tan fácil es pensar, situarse e intentar anular los espacios posibles de recepción rival. Tuvieron que anticiparse a las jugadas que iban a ocurrir. Con Argentina lo hicimos bien, pero el equipo de Sabella ganó merecidamente”, prosigue el portugués. 

Tal vez muchos equipos tomen nota de ese partido e intenten repetir lo que hizo Irán: cerrar los “pasillos interiores” del ataque argentino y regalarle un poco las bandas. Condicionar sus ataques y anular los pases filtrados, multiplicadores de opciones. 

El video del entrenador-analista Pablo Sinde exhibe lo que fue el partido y la organización defensiva de la que habla Queiroz. 

El fútbol nacido para el divertimento del proletariado hace cientos de años y hoy observado por muchos como una ciencia exacta o, peor, como principal factor de identidad de una sociedad, también se debate entre hacer algo en conjunto o dejarse llevar por la libertad individual. Entre tanto absurdo, los entrenadores que enfrentarán al conjunto entrenado por Gerardo Martino se preguntarán como obstaculizar el juego generado alrededor de Messi y al jugador rosarino.

El micro arranca y Queiroz se para, pensante, saluda y se va. No necesitó gritar para que se den cuenta que estaba ahí. Todavía no se da cuenta de lo que consiguió. Para imitarlo o para hacer lo contrario, casi todos los rivales de Argentina tendrán a ese partido como modelo para enfrentarlo. 

Un poco de ruido sacude la ciudad. Irán arranca su viaje de regreso tras el último entrenamiento en Sankt Polten.