La piel, como los buenos estudiantes, no olvida. Y es que las células madre que residen en la epidermis albergan recuerdos duraderos de las experiencias negativas vividas en el pasado, caso de una herida, de una infección o de cualquier otra situación que provocara una respuesta inmune inflamatoria. Así, y como muestra un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad Rockefeller en Nueva York (EE.UU.), toda primera "lesión" conlleva una fase de "sensibilización" o aprendizaje por las células madre que generará un recuerdo al que se recurrirá en caso de un segundo episodio. Y ya sabiendo lo que hay que hacer, la curación será mucho más rápida. Pero cuidado: esta memoria celular puede resultar un arma de doble filo y acabar siendo contraproducente para la propia piel y, por ende, para todo el organismo.

Como explica Elaine Fuchs, directora de esta investigación publicada en la revista "Nature", "al mejorar la capacidad de respuesta a la inflamación, estos recuerdos ayudan a la piel a mantener su integridad, lo que resulta beneficioso para curar las heridas tras una lesión. Sin embargo, esta memoria también tiene efectos perjudiciales, como es su contribución a la recurrencia de algunos trastornos inflamatorios específicos, caso de la psoriasis".

Concretamente, los autores identificaron un gen que, denominado "Aim2", codifica una proteína responsable de la detección del daño y de disparar las alarmas. Un gen que parece jugar un papel crucial en todo este proceso. Y es que en caso de una segunda agresión a la piel, la proteína es rápidamente expresada, y en grandes cantidades, lo que desencadena la liberación de señales inflamatorias que potencian la capacidad de las células madre de migrar hasta la herida.