De acuerdo con los resultados de una investigación publicada el pasado mes de junio, las personas con menor nivel educativo podrían presentar un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Un aspecto muy a tener en cuenta dado que este grupo de patologías se corresponde, con más de 17,5 millones de fallecimientos anuales, con la primera causa de mortalidad en todo el mundo. Por tanto, y en aras de reducir la tasa de decesos cardiovasculares, debe promoverse y facilitarse el acceso de la población al sistema educativo. Y no solo a la secundaria, también a la universitaria. De hecho, un nuevo estudio llevado dirigido por investigadores del Colegio Universitario de Londres (Reino Unido) concluye que cuanto mayor es su recorrido dentro del sistema educativo, menor es el riesgo cardiovascular que presentará una persona.

Como explica Taavi Tillmann, director de esta investigación publicada en la revista "The BMJ", "el incremento en el número de años que una persona pasa dentro del sistema educativo parece reducir su riesgo subsecuente de desarrollar una enfermedad del corazón de una manera substancial", según publicó abc.

Los estudios no han podido determinar si esta asociación se debe realmente a los años dedicados al estudio o a otros factores como serían, entre otros, la práctica de ejercicio físico y el seguimiento de una alimentación saludable. Es decir, no han podido constatar que exista realmente una relación causal entre el período pasado dentro del sistema educativo y un mayor o menor riesgo cardiovascular.

En este contexto, que una persona dedique más o menos años a asistir a centros educativos está condicionado por diversos factores, caso de la disponibilidad de tiempo o de los recursos económicos. Y asimismo, de la predisposición a prolongar la vida como estudiante. Por ello, y con objeto de reducir en lo posible el número de condicionantes, los autores evaluaron la posible relación entre la predisposición genética a permanecer dentro del sistema educativo –ya se han identificado 162 variantes genéticas asociadas a los años de escolarización– y el riesgo cardiovascular en 543.743 mujeres y varones adultos.

Los resultados mostraron que la predisposición genética a pasar más tiempo dentro del sistema educativo se asoció con una menor probabilidad de padecer una enfermedad coronaria, hasta el punto de que 3,6 años de educación adicional –lo que equivaldría casi a un grado universitario– conlleva una reducción de casi un tercio en el riesgo de desarrollarla.

Es más; esta predisposición genética a continuar con los estudios también se asoció con una probabilidad inferior de fumar y con un menor índice de masa corporal (IMC), factores que, en opinión de los autores, "podrían explicar parcialmente la asociación hallada entre la educación y la enfermedad coronaria".