Un jueves 30 de abril, igual que hoy, pero en medio de la dictadura de Jorge Videla, 14 mujeres se reunieron en Plaza de Mayo para pedir por sus hijos desaparecidos. Corría el año 1977, tal vez vez el tiempo más oscuro de la historia argentina y allí estaban Azucena Villaflor de Vincenti, Berta Braverman, Haydée García Buelas, María Adela Gard de Antokoletz, Julia Gard, María Mercedes Gard y Cándida Gard, Delicia González, Pepa Noia, Mirta Baravalle, Kety Neuhaus, Raquel Arcushin, una mujer de apellido De Caimi y una joven que no dio su nombre. Con el tiempo se fueron sumando más y todavía hoy, después de 38 años, se siguen reuniendo en el mismo lugar para marchar por sus hijos.

“La Plaza es nuestro estandarte, como el pañuelo (blanco que llevan en la cabeza)”, señaló Evel de Petrini en diálogo con Radiópolis (Radio 2).

Evel no estuvo en la primera marcha, se sumó poco después y desde entonces no deja pasar un jueves sin ir a la Pirámide de Mayo. En julio de 1977, secuestraron frente a sus propios ojos a su hijo Osvaldo, de 21 años.

“Nuestros hijos fueron revolucionarios y por eso fueron llevados”, sostuvo Petrini para quien jamás puede haber un cierre en esta historia; lo más cercano sería, en su opinión, encerrar a todos los responsables.

Sobre aquellas primeras rondas, recordó la esperanza que aún tenían de encontrar a sus hijos con vida. Hoy, sin dejar de pedir por ellos, tratan de parecerse a ellos. Son madres revolucionarias.

En este sentido celebró que la juventud actual se involucre en política, sin importar los colores partidarios, “que se jueguen por lo que piensan” y advirtió, de cara a las elecciones nacionales que se vienen “que la derecha no quiere jóvenes” así. 

“La derecha no quiere que los jóvenes piensen y por eso nosotras siempre vamos a apoyar a los que se jueguen por lo que piensan”, cerró.