En 1986 los cirujanos Busch y Starling publicaron en la revista Surgery Magazine el estudio Objetos rectales extraños, es decir, un compilado con base científica de aquellas cosas halladas en el recto, revela un artículo publicado en la edición digital de la revista Muy Interesante.

El dato que apunta el medio es que la investigación no se detuvo: en 2010, David M. Bunter publicó otro estudio con el mismo interés.

En el trabajo de 1986 los médicos recogieron toda la evidencia diseminada por las revistas médicas desde los años '20 acerca de cuerpos extraños alojados en la última parte del intestino de las personas.

En los 182 casos recopilados se determinó que los objetos más recurrentes eran las botellas (32) y dispositivos sexuales como vibradores y consoladores (38).

Ahora, en la reseña también aparecían cuchillos, picadores de hielo, sierras de joyero, destornilladores, pelotas –de tenis o béisbol– y todo tipo de vegetal con la forma alargada y no tanto (también hallaron peras y cebollas)

Por supuesto, algunas de esas escabrosas situaciones tienen su gracia, como aquella de la que informó Vaman S. Diwan en noviembre de 1982 en la revista Annals of Emergency Medicine.

Allí se informaba que un hombre de 54 años llegó a la urgencia de un centro sanitario porque, según dijo a los médicos, dos días antes había estado bebiendo bourbon e “hizo algo” en su recto.

Tras la radiografía todo quedó claro y luminoso: tenía una lamparita de 100 W en el recto.

El artículo también detalla la compleja operación que llevaron adelante los médicos para extraer la bombilla.

Y si bien no figura en el artículo de Muy Interesante, en la Redacción de Rosario3.com recordamos el caso de un trabajador del Poder Judicial de Santiago del Estero al que tuvieron que operar para extraerle una tapa de desodorante alojada en su ano.