Quienes todos los días trabajan en la huerta comunitaria La Esperanza y en la escuela Ceferino Namuncurá tuvieron este viernes un amanecer triste. En la noche del jueves, un grupo de delincuentes violentaron sus puertas y se llevaron sus herramientas de trabajo. No es la primera vez que les sucede y aunque instalaron alarmas, parece no haber caso. Ambos se convirtieron desde febrero en blancos repetidos de la delincuencia. En el colegio de Presidente Perón al 5000 hoy no se dictaban clases tras lo ocurrido.
En diálogo con Radiópolis, el programa que conduce Roberto Caferra por Radio 2, Soledad, de la huerta de zona sur y Liliana, directora de la institución de zona oeste, contaron sus pérdidas.
Para el centro de barrio Las Flores, el robo de ayer fue el tercero del año –en febrero y en abril fueron víctimas de la inseguridad– y entre otras cosas, los asaltantes se llevaron una motocultivadora, una hormigonera nueva aún sin estrenar, tres máquinas de cortar pasto, garrafas, ollas, utensilios de cocina y la cosecha de la huerta.
En el caso del Namuncurá, éste fue su segundo asalto. En esta oportunidad se llevaron elementos de cocina y los útiles de todos los días.
“Vivimos en una sociedad violenta porque no existen políticas públicas”, lamentó Liliana y advirtió: “Estamos involucionando a través de los jóvenes que no encuentran un proyecto identificatorio donde anclarse cuando se ha perdido la cultura del trabajo. Cambiar eso en cuatro horas de clases es muy difícil pero cuando la escuela transmite siempre algo queda. Es una ventanita de oportunidad”.
En diálogo con Radiópolis, el programa que conduce Roberto Caferra por Radio 2, Soledad, de la huerta de zona sur y Liliana, directora de la institución de zona oeste, contaron sus pérdidas.
Para el centro de barrio Las Flores, el robo de ayer fue el tercero del año –en febrero y en abril fueron víctimas de la inseguridad– y entre otras cosas, los asaltantes se llevaron una motocultivadora, una hormigonera nueva aún sin estrenar, tres máquinas de cortar pasto, garrafas, ollas, utensilios de cocina y la cosecha de la huerta.
En el caso del Namuncurá, éste fue su segundo asalto. En esta oportunidad se llevaron elementos de cocina y los útiles de todos los días.
“Vivimos en una sociedad violenta porque no existen políticas públicas”, lamentó Liliana y advirtió: “Estamos involucionando a través de los jóvenes que no encuentran un proyecto identificatorio donde anclarse cuando se ha perdido la cultura del trabajo. Cambiar eso en cuatro horas de clases es muy difícil pero cuando la escuela transmite siempre algo queda. Es una ventanita de oportunidad”.