Que la depresión y la obesidad suelen estar relacionadas no es un secreto. De hecho, ya hay varias investigaciones que han confirmado que los pacientes con la segunda, suelen sufrir de la primera. 

Lo que no se ha podido establecer es cual aparece primero: ¿es la depresión la causante de los hábitos que llevan a un aumento excesivo de peso? ¿o el aumento excesivo de peso desencadena las respuestas emocionales y metabólicas que pueden terminar en una depresión? ¿acaso los genes que hacen a alguien más propenso a la obesidad se relacionan con aquellos que la hacen más propensa a la depresión?

Una investigación reciente, la más exhaustiva que se ha hecho al respecto, parece resolver el interrogante. De acuerdo con el estudio realizado por investigadores de la Universidad de Exeter (Inglaterra) y la el Centro de Investigación del Cáncer de la Universidad del sur de Australia, encontró resultados preliminares de que un Índice de Masa Corporal (IMC) elevado es un indicador de un alto riesgo de sufrir depresión, tal como publica elespectador.

“Un IMC más alto, con y sin sus consecuencias metabólicas adversas, es probable que tenga un papel causal en la determinación de la probabilidad de que un individuo desarrolle depresión”, se lee en las conclusiones de la investigación publicada en el International Journal of Epidemiology.

Para llegar a esta conclusión, el grupo de 19 investigadores analizó los datos disponibles en UK Biobank, un banco de información genética que recoge datos de cerca de 500.000 personas entre los 37 y los 73 años. Encontraron que por cada aumento de 4.7 puntos en el IMC, las probabilidades de depresión aumentaron en un 18% en general, y en un 23% entre las mujeres.