Vivir más cerca de zonas verdes, como parques, puede ser un factor que protege frente a la enfermedad cardiovascular y cerebrovascular, como infartos o ictus. Lo asegura una investigación que se publica en "Journal of the American Heart Association" y reproduce el portal abc, el primero de su tipo, que ha investigado el impacto de las zonas verdes en los marcadores de estrés y enfermedad cardiovascular a nivel individual.

Durante cinco años, este equipo de la Universidad de Louisville (EE.UU.) obtuvo muestras de sangre y orina procedente de 408 personas de diferentes edades, etnias y niveles socioeconómicos. A continuación, evaluaron los biomarcadores de lesiones en los vasos sanguíneos y el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Éste se calculó utilizando los biomarcadores evaluados a partir de muestras de sangre y orina.

La densidad de las zonas verdes próximas a las viviendas de los participantes en el estudio se valoró utilizando el Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada (NDVI), una herramienta que indica los niveles de densidad de vegetación creados a partir de imágenes de satélite recopiladas por la NASA y el USGS. Los niveles de contaminación del aire también se tuvieron en cuenta.

Y los beneficios de vivir cerca de zonas verdes, según el estudio, eran múltiples: en primer lugar, se asociaba con niveles más bajos de epinefrina en orina, lo que indica menos estrés; niveles más bajos de F2-isoprostano en orina, lo que muestra una mejor salud -menos estrés oxidativo-, y mayor capacidad para reparar vasos sanguíneos.