Este viernes a las 21, en Fauna (Tucumán 1016), Lucy Patané presenta su primer disco. La multiinstrumentista cantante y productora estará acompañada por su banda: Carola Zelaschi, en batería; Mene Savasta, en sintetizador; y Melina Xilas, en saxo tenor.

El dúo rosarino Carmela y Ambrosia abren la noche.

Lucy Patané (álbum) está integrado por doce canciones que surgieron de la “necesidad”, tras casi un cuarto de siglo como guitarrista (a menudo bajo y de vez en cuando batería) en Las Taradas, La Cosa Mostra, El Tronador, Diego Frenkel y Paula Maffía & Sons.

Rodeada "de chiquita por mucha música” (brasilera, rock, “pesada”, industrial y latina), Lucy añade a la lista de influencias a sus colegas “que son mis amigos, con quienes voy creciendo a la par”.

En constante zizageo, la guitarrista hilvana en la placa que lleva su nombre y apellido todo eso. Hay canciones que van de la "pared de sonido" a la mínima expresión de guitarra y voz; de unas letras a simples fonaciones y pasajes instrumentales. Lo del hilván no es casual: Lucy tocó en el disco casi la totalidad de lo que se escucha.

Antes del recital en la ciudad, Lucy Patané dialogó con Rosario3.

—¿Cómo fue que se gestó el disco?
—Si bien algunas ideas ya las tenía de antes y otras fueron apareciendo en el proceso, este disco se gestó de una manera muy desordenada: no es que venía componiendo los temas. Apareció por necesidad. Toco hace muchísimos años y con mis proyectos estaba todo yendo muy bien, pero sentí que tenía que plasmar en un lugar y a mi manera mis ideas, mi manera de pensar la música, los arreglos y la producción. Los proyectos en los que participé y participo no estaban siendo ese lugar. Entonces, comprendí que algo estaba pasando y me dí cuenta de que tenía que hacer este disco. 

—¿Qué te pasó por la cabeza cuando escuchaste terminadas las doce canciones de un tirón? 
—Cuando lo escuché tuve muchas sensaciones. Orgullo, mucha satisfacción y algo de vacío porque este fue un trabajo de dos años. Pero me dio mucha felicidad sobre todo porque logré ese deseo que yo tenía de hacer un disco conceptual y de doce temas. O sea, un disco. Y el orden de los temas tiene un relato también.

—Si bien en un comienzo trabajaste sola, después sumaste una mirada externa
—Al principio quería que el disco sea un viaje introspectivo y personal, y lo arranqué completamente sola (técnica, producción). Hubo días y noches en los que me encontré sola en el estudio y no fluía la energía; eran demasiadas cosas a cargo. Entonces, opté por llamar a Tomás Campione y Juan Ignacio Serrano, que son las dos personas que trabajan en el mismo estudio que yo (Sale La Luna) y les pedí ayuda técnica, más que nada. Que me pudieran grabar o hacer un propuesta del audio para que yo pudiera concentrarme un poco más en la producción y en la ejecución de los instrumentos. Y también, en si todo lo que estaba sucediendo me gustaba. 

—¿Cómo fue ese proceso? 
El proceso de grabar, escuchar, corregir y pensar la coherencia del disco fue lo que tomó dos años. Al principio me costó, no encontraba el lenguaje hasta que, simplemente, me di cuenta de que me tenía que escuchar y que me tenía que suceder algo mientras estaba escuchando. Si no sucedía es porque no estaba listo ese material o necesitaba de algo bien fuerte que lo intervenga. No hubo mucho plan sino que fue ir al estudio, ver qué pasaba y plasmar esas ideas.

—¿Ese hambre de perfección estuvo siempre o vino con el tiempo, más ligado a la responsabilidad?
—Creo que vino con el tiempo. También creo que este disco tardó dos años porque, justamente, pude lograr cada sonido, sonidito, cosita como a mí me parecía que tenía que ser. Me tomé el tiempo para hacerlo. Creo que en otros momentos, atrás, pude haber sido más obsesiva con lograr cierta perfección y que después, al contrario, fui relajando esa obsesión y buscando que en los tracks me suceda algo más emocional.

Hay una mayor visibilidad de músicas y ya una generación de pibas que cita como referentas a otras mujeres (en letra y música). ¿Cómo proyectás un futuro de música, a secas, sin géneros?
—Me parece que es el gran desafío, proyectar un futuro sin que los géneros condicionen. Así como ahora hay una visibilidad fuertísima e interesante, estaría bueno atravesar todo esto para lograr que nuestra música se escuche más allá del género.

—¿Qué podés adelantarme del concierto de este viernes? 
—Que van a escuchar a cuatro personas totalmente apasionadas y enloquecidas, ejecutando instrumentos con mucha pasión y poder, y tocando los doce temas de Lucy Patané.