El Príncipe (memorias cebadas) es un espectáculo sobre los sueños perdidos, la identidad y de cómo, frente al dolor y la pérdida, nos podemos reencontrar y redescubrir a partir de un mundo imaginario”, adelanta el dramaturgo y director Federico Cuello sobre la obra que estrena el domingo 13 de febrero a las 21 en Espacio Bravo.

Pablo es un joven con un trastorno de la personalidad que está convencido de que proviene de un planeta diminuto al que tiene que volver. Lía y Elizabeth cuidan de él hasta que, producto de la reiteración, quedan imbricadas en esa “realidad”.

En el juego escénico, “estos personajes repiten y se ceban, generando un devenir de imágenes y situaciones de un pasado colectivo en el cuál todos tenemos algo que nos atraviesa”, advierte el autor.

La trama está cruzada por "un mundo poético” y “unos cuerpos exacerbados": "Es una obra con un ritmo veloz y con cambios permanentes que llevan a los actores a tener un entrenamiento físico y una precisión escénica muy aceitada”.

La desaparición forzada de personas, la soledad, la locura, el sexo, la religión, la infancia (y sus figuras de poder) son algunas de las problemáticas que hilvana la obra que, a su vez, se “vertebra” en la novela corta El Principito, de Saint-Exupéry, la figura de Maquiavelo y la propia experiencia del autor.

El relato físico


Protagonizada por Eliza De Pedro, Yanina Sawicz y Juan José Scaglia, El Príncipe (memorias cebadas) sigue las líneas de trabajo del grupo teatral El Refugio desde su creación, en 2017. En su dinámica, “se prioriza la presencia en el campo escénico antes que el relato”.

No abordamos un teatro lineal basado en el texto–añade Cuello– si no que a partir de los símbolos, las imágenes y los cuerpos en acción es que surge el relato. Es teatro físico. Si quisiéramos encuadrarnos en la definición tradicional, te podría deci. El Príncipe es una «comedia dramática» que también tiene destellos de grotesco y absurdo”.

— ¿Cómo es ese pasado que anhelan los personajes o en otros términos, porqué se resisten al presente?
— Me viene una frase: “solo se vive una vez, en la niñez, lo demás es solo recordar”. Pablo cree venir de otro planeta y todo el tiempo anhela regresar. Tuvo una infancia cruzada por la dictadura cívico militar, la persecución de sus padres y fuertes imposiciones sociales ligadas a la religión, el sexo a la educación y a los pensamientos del «deber ser». Esta infancia compleja hace que su mundo fantasioso ligado al relato de El Principito y la creencia de que él es ese príncipe, nos lleva a este mundo poético. Es el velo que cubre el dolor y las pérdidas. Y los dos personajes femeninos se suman a este eterno juego de repetir, tal vez también encontrando en este juego la posibilidad de habitar este presente tan complejo.

—¿Cómo es el vínculo entre los tres personajes?
—El vínculo es real. Es lo que sucede allí, en ese tiempo, paralelo al tiempo de nuestra cotidianidad. Ellos se transforman, se desdoblan todo el tiempo. Se odian, compiten, se agreden y se aman, pero sobre todo juegan, y lo hacen en serio, como cuando éramos niños.

El Príncipe (historias cebadas) estrena el domingo 13 de fenrero a las 21 en Espacio Bravo y se queda en la sala de calle Catamarca 3624 los restantes 20 y 27 de febrero.

Contacto para reservas (341) 155810318 o a través de las redes sociales del grupo de teatro El Refugio.

La obra continuará en escena los viernes de marzo todos los viernes (a la misma hora) en el Teatro del Rayo.