La infancia lleva implícita la idea de inocencia, candidez y hasta cierto desinterés por la complejidad del mundo. Claro que se trata de una idea que bien puede ser “interpelada”, tal como ocurre con Las nenas (Emecé), el último libro de Agélica Gorodischer.

El título compila una serie de cuentos que, según explicó la autora, no responden a un registro autobiográfico: "El autor tiene que estar lejos de lo que escribe".

En los relatos, la escritora rosarina aborda temas como la pedofilia, el trabajo infantil, la venganza seguida muerte, los micromachismos, la violencia doméstica; todo a través de los ojos de las “nenas”, niñas de "5 o 6 años".

“Hay una visión idílica de las nenas en la cual todas son divinas, preciosas, inocentes, ingenuas, puras, rosadas”, aseveró Angélica Gorodischer, en diálogo con Rosario3.com, sin ánimo de generalizar, aclaró.

"El humor es la manera que tiene mi alma, mi corazón y mis huesos de resistir los embates de la vida"

“No te digo que son unos diablos espantosos, pero tienen todo lo que han de desarrollar después y lo que la sociedad hace de ellas. De manera que me parece interesante desmitificar eso y decir «momentito», que las nenas pueden tener malas intenciones, odios, opiniones muy firmes y resistencias»”.

Y las “intenciones” de estas niñas (las encargadas de narrar en primera persona sus historias) se fueron encadenando para este libro de un modo “casual”, reveló Gorodischer: “Vino el destino y metió la pata”.

Así, tras escribir uno de los relatos –que surgió cuando la autora decidió tomarse “un recreo, cansada de lo que estaba haciendo”–, Angélica recordó que en su “carpeta de cuentos de la computadora” había otros protagonizados por nenas.

“Entonces me di cuenta que tenía un germen de libro”, abundó la escritora, de 87 años.

"Las mujeres estamos colonizadas por una sociedad «faloegomachista» donde el sujeto principal todavía es el varón”

Las historias –contadas desde la evocación de lo cotidiano hasta la imprevisión de lo fantástico (un registro en el que Gorodischer se mueve como en su living)– aparecen intercaladas con textos de no ficción.

En ellos avisa, por ejemplo, que "el cuento que sigue es para nenas” (porque si bien las niñas se llevan el título, los relatos son para mayores), o bien, aclara por qué decidió incluir en la edición final dos narraciones "parecidas", pudiendo suprimir una de los dos.

De este modo, interpela, ensaya respuestas ante probables preguntas y anuda la ficción con la opinión.

“Me gustó eso que yo suelo usar para los artículos de dirigirme a un lector y decirle: «Y a usted, ¿qué le parece?»”, señaló Gorodischer.

Al ser consultada sobre cómo articula su escritura con la idea de un eventual lector o lectora, la autora de Trafalgar explicó que, al menos ella, al momento de la salida de un libro, no tiene “ni una sombra” de quien la lee.

”La voz del lector viene después”, respondió. “Espero que haya lectores, por supuesto; una escribe para ser leída. Pero no pienso en el lector. Si lo hiciera, terminaría escribiendo esas pavadas románticas o históricas (…) A mí resulta interesante dirigirme a alguien que no tiene rostro ni nombre pero que está ahí, del otro lado del libro”.

“Espero que haya lectores, por supuesto; una escribe para ser leída. Pero no pienso en el lector"

En la entrevista telefónica (ver infografía), Gorodischer sostuvo además que en la narrativa "tiene que haber un conflicto, una intriga” y que tiene “un plan” a la hora de escribir, aunque admitió que lo puede traicionar.

Asimismo, avanzó sobre el ejercicio de titular una novela o un cuento –“está en la historia, lo que hay que saber es buscarlo”– y dijo que el humor “es la manera que tiene mi alma, mi corazón y mis huesos de resistir los embates de la vida” y que las mujeres “estamos colonizadas por una sociedad machista donde el sujeto principal todavía es el varón”.