“¿Es posible una identidad gorda como identidad política? Creo que sí. Es una identidad que tiene una promesa de resistencia, de habitabilidad de nuestros propios cuerpos”, afirma Lux Moreno, activista gorda y por la diversidad corporal. El último octubre publicó Gorda vanidosa. Sobre la gordura en la era del espectáculo (Ariel) y el diálogo con diálogo con Rosario3.com se da en el marco de la presentación del mismo en la Feria Internacional del Libro de Rosario.

Lux es también profesora en Educación Superior y Media en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires con especialización en el Programa de Actualización en Comunicación de Géneros y Sexualidades.

Lo que hacía el clóset de la gordura era invisibilizarme para ciertos lugares, como el mercado del deseo, y visibilizarme para el juzgamiento social

Y Gorda vanidosa es su primer libro, “un ensayo personal” en el que cuenta "su transcurso" hasta encontrar al activismo gordo y salir del clóset de la gordura”.

"Lo que hacía ese clóset era invisibilizarme para ciertos lugares, como el mercado del deseo, y visibilizarme para el juzgamiento social”, explica.

Para dar cuenta de ese recorrido vital, avanza sobre los dispositivos de control (los discursos) que coaccionan los cuerpos en general, y a las corporalidades disidentes (“por fuera de la norma”), en particular, hasta volverlos “inhabitables”. Lo vivencial se articula con recortes teóricos.

Entre los discursos sociales que construyen y reproducen ese perímetro, Lux apunta al modelo médico hegemónico y la patologización de la obesidad –el peso como instancia de control–, a los estereotipos de belleza – “los archivos culturales que tenemos para identificarnos”–, las tecnologías del cuerpo –gimnasios, centros de belleza– y los modos de reconocimiento sociales.

“En el libro abordo cómo la gordura se ha convertido en una marca que tiene consecuencias particulares en la cultura, la vida cotidiana y la sociabilización en relación al cuerpo como mercancía”, sintetiza Moreno.

La gordura se ha convertido en una marca que tiene consecuencias particulares en la cultura, la vida cotidiana y la sociabilización en relación al cuerpo como mercancía

—En la portada del libro, vos jugás con la imagen y los significantes: una mujer que no responde al modelo hegemónico de belleza en situación de goce y con el sobreimpreso “gorda vanidosa”…
—Es un poco la idea de pensar la vanidad desde un lugar en el que quizás no está permitida, como la gordura. Vanidad tiene que ver con sostener una máscara que permita que esos cuerpos tengan una vida vivible (…) En una forma de resistir cuando se nos dice todo el tiempo que nuestros cuerpos están mal. Y es un poco mandar muy lejos esos mandatos sobre el cuerpo y pensar otros que nos sirvan como un lugar posible. 

–¿Qué es el activismo gordo?
—El activismo gordo está relacionado con dar cuenta de las condiciones de violencia y de opresión que están posándose sobre nuestros cuerpos, denunciarlas socialmente y generar condiciones para que todos los cuerpos tengan justicia social. O sea, que tengan una vida vivible. Esto es: que cada uno pueda tener el cuerpo que quiera sin tener que ser violentado. 

Sobre las implicancias del cambio de estatus de la obesidad de “factor de riesgo” a “enfermedad”, la autora sostiene una posición crítica y advierte sobre la “moralización” que eso conlleva. "Es muy complejo desandar la idea de que ser gordo es estar enfermo. Y eso es en lo que yo trabajo”

El activismo gordo genera las condiciones para que cada uno pueda tener el cuerpo que quiera sin tener que ser violentado

—Las políticas del cuerpo afectan a todas las personas, en el sentido de que corporalidad y diversidad aparecen como un par contradictorio. Y hay un particular ensañamiento con los cuerpos de las mujeres y disidencias en sus posibilidades de autodeterminación y goce
—Ahí tenemos que pensar en las condiciones sociales en las que el cuerpo de la mujer se transformó en un objeto, en un objeto sexualizado (…) Hay sólo una corporalidad validada que tiene que ver con la delgadez. Esta está asociada a la belleza, a aquello que es justo, bueno y verdadero. Ser delgado tiene una cierta cantidad de cualidades específicas que generan un valor sobre esa corporalidad. Y por el otro lado, tenemos una diversidad corporal en un sentido amplio: activismo gordo, trans, las personas intersex; las personas en general, que no son ese cuerpo único homogeneizado.

Hay sólo una corporalidad validada que tiene que ver con la delgadez

—Los activismos, los feminismos vienen denunciando esas estrategias de segmentación y dominación desde hace tiempo, pero la dupla patriarcado/capitalismo se resignifica a velocidad. ¿Cuál es tu mirada?
—Estamos en un momento, por lo menos en lo que son las políticas de resistencia de las disidencias y las diversidades, en las que se pregunta  cuál es la estrategia política a seguir. Pero tenemos estrategias políticas que tienen que ver con el acceso a derechos y que está muy bien, pero siguen siendo funcionales al mismo sistema. Logramos que se asimile la diferencia para que no quede por fuera. Pero se sigue siendo víctima.