La probabilidad se define como “el cálculo matemático de las posibilidades que existen de que una cosa se cumpla o suceda al azar”.

Entonces, ¿cuáles son las chances de elegir un viernes al mediodía –que no es ni un martes ni un jueves– un asiento en una de las dos hileras dobles –que es distinto a la opción que representa una fila doble y otra simple– en un 35/9 negro semivacío, y enterarte que tu compañera “casual” de viaje terminaba de comprar el libro que tenías entre manos?

Tamaño cálculo matemático me supera. La sorpresa, también. Pero como la probabilidad expresa eso, la cualidad de probable, de que eso acontezca; bueno, tal cosa ocurrió.

Así comenzaba la entrevista al doctor en Ciencias Biológicas (UBA) e investigador del Conicet Fabricio Ballarini, autor del libro (en cuestión) REC. Por qué recordamos lo que recordamos y olvidamos lo que olvidamos (Sudamericana).

En el texto, el autor revela aspectos relativos al andamiaje y funcionamiento del cerebro, el modo en que la memoria etiqueta y guarda, la importancia del factor sorpresa en los aprendizajes escolares, por qué en la tramoya de vivencias algunos recuerdos vienen más fácilmente que otros y, también, si el gusto por la música es cultural o biológico, entre otros aspectos.

REC refleja un sueño y es que la ciencia se involucre en otras cuestiones, que vaya más allá de lo que habitualmente hace que es generar conocimiento, hacerse preguntas y responderlas. Esto es: influir en un aspecto tan importante como la educación”, explicó el autor, que se autodefine como “antielitista científico, neurocientifico en utopías educativas y divulgador en modo a prueba de fallos” a Rosario3.com.

El punto de partida es la neurobiología: conocer el modo en que funciona el cerebro, cómo se conectan las neuronas y cómo esa articulación genera recuerdos para entender de qué modo se puede influir, modificar o mejorar el aprendizaje dentro de las escuelas.

Para ello, Ballarini organiza en los diez capítulos y dos apéndices que conforman el libro una serie de datos, gráficos, testimonios en primera persona y experiencias ajenas; todo cuenta a la hora de pensar posibles estrategias educativas.

Y uno de los aspectos que el autor destaca a la hora dinamizar los aprendizajes es el factor sorpresa.

“El efecto de la novedad no sólo va a guardar la situación que te sorprendió, sino que va a hacer que te guardes todo el paquete de información. Qué estábamos haciendo y con quién, pero también imágenes, sentimientos y pensamientos ligados a ese momento”, aseguró Ballarini, creador y organizador de las jornadas "Educando al Cerebro".

Las mismas tienen por objeto compartir los avances científicos en educación, aprendizaje, pedagogía y neurociencia.

Se me olvidó que te olvidé

“Si tomo una neurona, básicamente, la función que tiene es estar conectada a nuestro cerebro. Pero no conoce el resto de tu vida. Entonces, vos no podés determinar «esto me lo quiero acordar y esto no» porque esa decisión celular no es algo que puedas manipular”, respondió Ballaini ante el interrogante en torno a por qué no podemos olvidar eso que no queremos recordar, y viceversa.

La memoria en tiempos de Google

“¿Cómo la tecnología puede modificar la forma que guardamos recuerdos? Se llama memoria transactiva. Es la memoria que vos depositás en otros. Compartimos memoria, compartimos determinados recuerdos con otros. Lo loco es que hacemos memoria transactiva con el celular o Internet. O sea, depositamos memoria en estos dispositivos”, reseñó Ballarini.

En tal sentido, acusó al cerebro de “bastante vago”: “No quiere laburar mucho. ¿Y cuál es la estrategia para ahorrar energía, trasladar eso (los cumpleaños, los teléfonos, los eventos, las fotos) a dispositivos que tienen una capacidad de memoria infinita”.

Para el integrante del Laboratorio de Memoria del Instituto de Biología Celular y Neurociencias de la Facultad de Medicina de la UBA, se trata de una situación “negativa”, sobre todo si se la piensa a futuro.

La sorpresa en la era táctil

Si la novedad es un aspecto clave en el aprendizaje, ¿cómo sorprenderse en un mundo en el que los estímulos tecnológicos se suceden de manera cotidiana y parecen no tener techo?

“La tecnología se volvió una rutina –afirma Ballarini–. Para mi abuela, una tableta puede ser algo novedoso, pero no para nosotros. Un nene de cinco años, nació con eso. No habría sorpresas en eso. Pero sí hay que recalcar a esos chicos, que nacen con tantos estímulos, que nuestro cerebro es bastante limitado a la hora de prestar atención. No somos multitarea: podemos hacer de a una cosa a la vez. Vamos rotando nuestros focos de atención. Si tenés conciencia de eso dentro del marco de la escuela, podés hacer que un chico se enfoque mejor”.

Cuando un recuerdo suena

“Es la gran pregunta: si la música fue una creación cultural que adaptamos o si en realidad nacemos con ritmos porque nuestro cuerpo tiene ritmo, como el latido del corazón, por ejemplo. Por eso hay bombos que nos conmueven y frecuencias que nos llaman más la atención. Si el cerebro consume música porque le gusta o porque la tenemos incorporada”, señaló el autor, que dedica uno de los capítulos de Rec al “tema” bajo el título “La música del no azar”.

El él, apunta los beneficios de la música en los aprendizajes, entre otros aspectos.

“Me fascina pensar que cada actividad musical dispara una actividad cerebral enorme. Pensar que los recuerdos están constituidos por muchísimos estímulos distintos y que se nos aparecen cualquier momento. Después, que en ese recuerdo repitamos y reptamos las canciones, bueno, ahí está la mano del compositor y cómo el marketing influye en nuestra cabeza”, completó Ballarini.

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Entrevista a Fabricio Ballarini