Casi invariablemente, para los gobiernos de turno somos los periodistas los descontextualizadores, desestabilizadores. Los insidiosos. Pero es indudable la obsesión que tienen con la comunicación. Y es entendible.

No hay problema, que cada uno se ponga su propio sayo. Tuvimos gobiernos que de la comunicación construyeron relatos y hasta místicas. Que lograron fusionar ese relato y hacerlo un espejismo de la historia, como Raúl Alejandro Apold, el nombre oculto detrás de la palabra peronismo. Y de gran parte de su imagen.

Históricamente fue una preocupación y el gobierno actual no es excepción. Hoy existen ideas sobre la comunicación. Cross-Channel, o comunicación entre departamentos de una organización. Big Data (macroData en castellano), que incluye que se reúnan datos de todo tipo en un todo y que requiere cuantificación pero también análisis cualitativo.

En esto el kircherismo, con el cruce entre Migraciones-Afip-cadena nacional fue experto. El actual gobierno tiene un estilo diferente pero que no desconoce nada de lo que venimos desarrollando. Por esto es tan polémica la decisión publicada en la resolución 166 publicada ayer en el Boletín Oficial, por medio de la que Ansés "remitirá periódicamente" información que obre en sus bases de datos sobre nombre y apellido, DNI, Cuit o Cuil, domicilio, teléfonos, correo electrónico, fecha de nacimiento, estado civil y estudios, a la Secretaría de Comunicación con el fin de "mantener informada a la población a través de diversas modalidades, que incluyen desde las redes sociales y otros medios de comunicación electrónicos, hasta el llamado telefónico o la conversación persona a persona, de forma de lograr con los ciudadanos un contacto individual e instantáneo".

La comunicación es una estrategia, pero a la vez un problema. Es un tema neurálgico, y tan cambiante que muchas veces es un enigma. Hasta para Jaime Durán Barba, el experto que dijo que el Papa Francisco “no suma un voto”.

Gobiernos en acoso textual

Desde los presidenciales tropiezos discursivos como el de “querido Rey (NdR a Juan Carlos, monarca emérito de España)" en plena celebración de los 200 años de Independencia, al “remera y patas” para ilustrar el derroche de energía y a la vez defender el aumento de tarifas. Sin dejar de pasar por las desaveniencias con la provincia de Santa Fe, que gobierna Miguel Lifschitz, a quien Mauricio Macri tildó como el “gobernador que tiene menos vocación de coordinar políticas”, en contacto con Sergio Roulier en la Casa Rosada, en De12a14. En el entorno del presidente, como este cronista confirmó, dicen que “Macri se cansó del doble discurso”.

Y Lifschitz es incisivo donde duele y apila, elípticamente, todas las expresiones que pusieron en un aprieto a Macri. “Estoy sorprendido. Es una expresión desafortunada, una de las tantas que viene teniendo el presidente”, disparó. ¿Quiso decir que “llegar” se le está haciendo difícil?

“Soy el gobernador con mejor asistencia a las convocatorias que hizo el gobierno nacional”, se defiende el socialista, en realidad preocupado por las “fisuras” que “dirigentes locales del PRO” quieren producir al interior del Frente Progresista, como dice él. Lo sabe pero no termina de acomodarse a una cosa más sencilla: el que gana, manda. El que no, debe reconocer sus límites. Por eso no logra bajar un mensaje monolítico a los integrantes radicales del Frente Progresista.

Está claro que la comunicación es importante porque todos estos pasillos laberínticos responden a la construcción del poder, no a intereses de los gobernados.

El gobierno nacional parece impacientarse por “llegar” a la gente. Pero la provincia también. Y hasta es capaz de meterse en grandes líos. Prueba de ello es la Copa Santa Fe, organizada por un empresario privado, Carlos Fertonani (que también trajo a Los Pumas a Rosario en varias oportunidades). Pero está gestionada por el gobierno santafesino.

Pocas cosas son más populares que el fútbol. Que además puede servir de plataforma para mostrar que se puede contener la violencia. Si sale bien es un fuerte mensaje. Quedó claro que bien no sale. No es fácil. Pero tampoco había necesidad de crear un frente, invertir tanto dinero en operativos, por aprovechar una oportunidad. Además puede dejar mal parada al área de seguridad porque cae de maduro la pregunta: ¿cuando comience el campeonato “verdadero” qué va a pasar?.

Hablar de fútbol nos lleva a pensar en el ida y vuelta entre Marcelo Tinelli y el presidente. La idea es la misma: si Macri hubiera querido, no se reunía con el conductor de ShowMatch. En cambio, se expuso al hablar de las imitaciones de Freddy Villareal cuando Sergio Roulier le preguntó. Tinelli pudo haber dicho que su enojo también viene de que en AFA (Asociación de Fútbol Argentino) no logró ser presidente. Y que quedó fuera de la Superliga. Los dos reconocen que los favorece una buena relación con el otro. Tinelli no puede dejar de hacerlo porque Macri es el presidente. Macri lo hace porque sabe que Tinelli puede elegir los símbolos pesadillescos de un gobierno tambaleante: la imitación de Fernándo de la Rúa. Macri sabe que Tinelli llega.

Hay un tema no menor. Mientras desde acá mensuramos la envergadura comunicacional de gobiernos y conductores televisivos, suceden cosas. Un ejemplo. Por la gestión de PAMI II (Rosario), con su falta de ascensores y calefacción, en la etapa de enfermedades estacionales más fuerte del año, la pelea entre la interventora Milva Sánchez y el gobierno santafesino por la administración del edificio que hace 50 años ocupa tapó el problema real. La comunicación ganó. Mientras tanto, a esos temas, ¿nadie los resuelve?.