“En Argentina, el nuevo Código Civil –que entró en vigencia en agosto de 2015– prohíbe expresamente el castigo corporal hacia los niños por parte de sus padres o cuidadores. … Según cifras de la Encuesta de Condiciones de Vida de Niñez y Adolescencia (2011-2012) revelan que el 65,2 por ciento de los padres reconoció haber agredido psicológicamente a sus hijos”. (Noticia divulgada por Diario Uchile).

El ambiente hostil, la soledad, la falta de afecto, la carencia de educación y de valores muestran que la sociedad está necesitada de curación.

A medida que entendamos que no somos seres aislados, sino que conformamos un todo como parte del Todo, veremos que la creación espiritual puede manifestarse en la sociedad, de manera más armoniosa, más auténtica y saludable.

Mary Baker Eddy, escritora estadounidense, descubriendo la naturaleza espiritual del ser, llegó a la conclusión de que: “Lo bueno en los afectos humanos ha de tener ascendiente sobre lo malo y lo espiritual sobre lo animal, o nunca se alcanzará la felicidad. … Los hijos cuyos padres tienen pensamientos celestiales heredan más intelecto, mentes más equilibradas y constituciones más sanas.”

Cada uno en particular es capaz de brindar apoyo en su entorno y como resultado, sólidos valores se implantarán en la sociedad para que predominen la alegría de un rostro satisfecho, la inocencia y pureza que deben caracterizar a la niñez y juventud. 

El pensamiento puede cambiar a nuevas y eficaces concepciones. Una alternativa que está al alcance de todos.

Ante las dificultades, los padres pueden saber que muchas veces el sufrimiento ayuda a los hijos a fortalecerlos; los forma seguros y no endebles.

Hoy se brindan todas las comodidades, la tecnología al servicio de la niñez y adolescencia, y sin embargo hay estadísticas que los muestran cada vez más insatisfechos, indefensos y vulnerables. La sobreprotección, el exceso de diversión y la tecnología no forman el carácter, más bien pueden perjudicarlo.

Las Escrituras son muy claras en cuanto a su educación: “Instruye al niño en su camino y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”.

Más comprensión transmitida por la mirada de una madre, de un padre o de cualquier integrante de la familia, más amor, más caricias y más presencia, en lugar de llenar espacios con juguetes o aparatos de alta tecnología es lo que realmente brindará en este especial “Día del niño” un día de genuina felicidad que perdurará en su mente para siempre.

¡Cuántos beneficios pueden recoger nuestras generaciones presentes y futuras, con esta actitud como padres, educadores y ciudadanos!

A medida que cada uno actúe de esa manera, se implantará un concepto más elevado del rol de padres y en consecuencia del rol de los hijos.

Un regalo que está al alcance de todos!

Elizabeth integra el Comité de Publicación, en Argentina, y escribe reflexiones desde su perspectiva como profesional de la Ciencia Cristiana.

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