¿Quién dijo que todo está perdido? Es una pregunta que podemos hacernos tras vivir dos días de adrenalina a tope, con dos países a cien metros de distancia, graficados por la tensión “a favor” y “en contra” de la visita de Mauricio Macri a Rosario. La esperanza podemos cifrarla en un gesto.

En el acto en la Facultad de Derecho, el primer mandatario nacional rescató la figura del profesor de física del Politécnico Juan Farina, al que citó como ejemplo de docentes que “te marcan la vida”. Y mientras Macri lo felicitaba en la facultad, afuera Farina se sumaba a la protesta contra las políticas hacia la educación pública. Pese a que el docente fue entrevistado por todos los medios, recién este martes en A Diario, programa que conduce Alberto Lotuf por Radio Dos, reconoció que manifestaba “en contra” de Macri fuera del Aula Magna de de Derecho, en un acto con ausencia de algunos decanos.

Farina, sin Macri pudo decir lo que pensaba. El segundo momento se dio en la radio, cuando tuvo la oportunidad de cruzar algunas palabras con el primer mandatario. Con Macri del otro lado del teléfono, Farina no se movió un ápice. Pero no descalificó al presidente.

Al ser consultado, dijo “no tiene nada de malo. Hay dos cosas, una es la gratificación de que tome los valores de la educación y la Universidad pública pero por otro lado, yo no comparto este proyecto”, se defendió Farina, por las dudas.

“Quiero agradecerle la deferencia en resaltar los valores de la educación pública”, sostuvo el profesor. Macri le respondió a Farina: “A ustedes, que sigan formando para que la educación pública de un salto y ocupe el lugar que nos merecemos en el siglo XXI. Tenemos que bajar el prejuicio, bajar las barreras que nos impidan dialogar y encontrar que de golpe tenemos coincidencias más profundas”, concilió el Presidente.

No tanto por la persona que tiene en sus manos la primera magistratura, porque ser políticamente correcto en su caso es casi un deber. Pero por Farina, aclarar que no comparte a la vez que agradece a quien no es de su agrado, ¿no nos dice nada?. Esa salvedad, en pleno “show de La Grieta”, es todo.

Ese modelo de entretenimiento disfrazado de actualidad pierde fuerza si se instala la claridad. Y claridad es esto: la gente que se para desde un lugar a criticar, lo que llamamos “perspectiva”, no lo hace para combatir una dictadura.

No está “resistiendo”. Funciona el Congreso. Funciona el Poder Judicial que actúa, en muchos casos, tras una aletargada inercia. Hoy por hoy, por ejemplo, investiga a Cristóbal López pero también pide que YPF dé a conocer el contrato con la estadounidense Chevron, contrato que la administración anterior también ocultó como estrategia para proteger intereses nacionales. Es innegable que se mueve al calor político, con el compromiso de sus propias reglas. Pero la Justicia funciona.

Acá la gente que se opone a la gestión actual, no está resistiendo, no se engañen. Está haciendo valer sus derechos en un ejercicio democrático pleno. No está aceptando lo que ve. La inflación, la devaluación, la incertidumbre en los puestos de trabajo. Todos trances durísimos de sortear que no se originaron el 10 de diciembre, por más que muchos se hagan los distraídos. Muchos de los que manifestaron ayer no manifestaron contra Guillermo Moreno y el Indec que no medía.

Más allá de herencias o errados programas nuevos de gobierno: ¿vamos a hacer de cada empresa de medios que cierra (por la caída de pautas oficiales), una cuestión de libertad o mordaza? ¿Le vamos a pagar a nuestros diputados nacionales su sueldo con nuestros impuestos para que midan si vino más o menos gente con Cristina Fernández que con Macri?

¿Vamos a seguir confundiendo agredir con criticar? Tal vez no esté todo perdido y momentos como el de Farina puedan ayudarnos a identificar que tienen significados diferentes. Criticar y agredir, argumentar y descalificar, no son la misma cosa. Tal vez dejemos de resistirnos a pensar. Antes de lanzarnos al ataque contra un enemigo que en realidad, está en nosotros mismos.