Central no perdió la clasificación en tierras brasileñas, desperdició su oportunidad en el Gigante. Allí se le escapó gran parte de las chances tras el grueso error de Almada que dejó solo a Arthur con el cuarto gol. Ahí fue donde la cosa se puso compleja para traer la clasificación de San Pablo. ¿Era difícil revertir la historia? Sí. ¿Era imposible? No. Era cuestión de observar nuevamente el encuentro, de evaluarlo, de analizarlo y de tomar cartas en el asunto. Kily González lo hizo. Evaluó con detenimiento los errores cometidos en la ida, registró detenidamente las falencias de su rival, corrigió y ajustó los detalles que llevaron al Canalla a caer por 4 a 3. En Brasil, Central fue más que competitivo y estuvo siempre a tiro de complicar a Bragantino, más allá de las decisiones arbitrales, incluido el VAR.

El técnico dejó los mismos nombres en cancha, confió en los mismos jugadores que tenían que intentar dar vuelta la historia porque sabía que se merecían una revancha. Pero claro, el ojo del amo engorda el ganado dice el famoso dicho popular y ahí es donde se ve la mano de un conductor.

No cambió apellidos, solo movió fichas, las cambió de lugar. O mejor dicho, movió al rey, al cerebro. Lo adelantó en el terreno y ahí estuvo la clave del buen partido que Central hizo en Brasil.

Emiliano Vecchio fue la sorpresa para todos, incluyendo para el DT de Bragantino, Mauricio Barbieri, que seguramente convencido de la manera de jugar del 10 canalla en los partidos anteriores no supo como neutralizarlo cuando lo descubrió unos metros más adelantado del círculo central y apenas unos metros detrás de Marco y Milton. Fue un interesante cambio posicional.

Pero no alcanzó. No fue suficiente para poder pasar a la otra etapa, mas allá de que el VAR anuló un gol y en otra situación también definida por Marco Ruben el árbitro vio una falta que pareción inexistente o casi imperceptible.

Bragantino es un muy buen equipo, a tal punto que nadie le había convertido más de un gol en la serie. Central fue por todo y sacudió cinco veces la red brasileña en el global, contando los dos gritos ahogados anoche. Eso es mérito de una idea futbolística que funcionó.

Hay mucho para hacer todavía en este ciclo liderado por el Kily. Esta etapa no debería terminar en lamentos y la dirigencia tendrá que traer refuerzos a fin de año para que lo que se realizado hasta este momento -respaldar un técnico de inferiores, hacer crecer a los juveniles, apostar a ellos- no haya sido en vano.

El próximo objetivo será el clásico, será ganarlo, eso está mas que claro para el pueblo canalla y la historia de los últimos años respalda esa ilusión. Pero si eso no se da, no hay que dudar un segundo que la mirada tiene que estar puesta mas allá del domingo que viene. Los directivos creyeron y apoyaron al Kily. Las dudas comienzan a ser malas consejeras y las redes sociales hacen de las suyas cuando la seguidilla de resultados no son los apropiados.

La apuesta que comenzó hace poco más de un año tiene que continuar porque hay una idea institucional clara, porque básicamente hay un proyecto y porque sobre todas las cosas hay un objetivo que es seguir forjando las inferiores del club y eso se está cumpliendo desde los Ojeda, Blanco y Ferreyra como titulares hasta los Sangiovani, Lo Celso, Marinelli y demás que siguen en la etapa de maduración.

Otra vez más, los responsables del club tendrán que creer en el cuerpo técnico y en su idea original de que este camino elegido es el correcto, mas allá de lo que pase el domingo.