El de esta menor, su madre y hermanos no es un caso aislado, muchos son los hechos similares que circulan en los expedientes de tribunales. Entonces y ante un hecho que se pudo evitar la pregunta más simple e imposible de dejar de lado es: ¿están capacitados los integrantes de los diferentes órganos judiciales a la hora de tener que entender que las causas penales contra violencia de género no deben estar separada de las causas de familia?. 

El caso de Ariadna fue extremo, pero no es el único. Numerosas mujeres se encuentran en la terrible situación de permitir que los padres de sus hijos mantengan un contacto, aun cuando pesa sobre ellos una denuncia por violencia de género y/o doméstica. Los niños una vez más como rehenes y madres que entre la espada y la pared de una justicia lenta y con demasiados “grises” para tratar de dar solución a este tipo de temas, siempre terminan cediendo para no incumplir.

¿Tan difícil es entender que pese a que el nuevo código pone énfasis en que no se corten los vínculos hay casos donde se ponen en riesgo a los menores y sus madres?…

Las frías letras de la ley no dan respuestas y los casos pasan años con idas y vueltas, mientras que las mamás con órdenes de restricción y todo deben mantener un contacto con sus agresores aunque sea por mensaje de texto para coordinar los horarios, días de visitas, la entrega o no de los menores y mientras los padres abusivos se sienten impunes, la propia ley se encarga de poner en riesgo a personas indefensas y al mismo tiempo de terminar con las pocas fuerzas de las madres que para evitar males mayores solo terminan por acatar órdenes de la "justicia". 

Acaso eso no es también violencia, solo que esta vez ejercida desde órganos que deberían darles garantías a ellas y sus hijos... #ParaPensar