—Hola señora, me alegro que siempre nos llame. Me gusta charlar con usted. ¿Adónde vamos?

—Esta vez voy a un desayuno de trabajo. ¿Se enteró que se realiza en Rosario el encuentro nacional de mujeres de. 8 al 10 de octubre. 

—Ni idea. Pero espere, déjeme pensar. La otra noche, mi hija de 18 años, le decía a mi señora que se van a reunir mujeres de todo el país para hablar sobre el aborto, parto en la casa, la violencia contra la mujer y otras cosas que no recuerdo. ¿Será ese encuentro que usted dice?

—Seguro que sí. Yo voy a participar en el taller qu. va a tratar el parto domiciliario.

—No me diga. ¡Qué bueno! Mi vieja siempre contaba que a mis dos hermanos mayores los tuvo en casa con una partera. Pero después dijo que era mejor tenerlos en un hospital. Le dio miedo, porque una comadre de ella se murió en la casa en las manos del marido. Decía que se desangró. No pudieron hacer nada. No quiero acordarme, se me pone la piel de gallina. Es arriesgado tenerlo en la casa de uno ¿no? ¿Se está poniendo de moda nuevamente? Con todos los adelantos que hay parece que vamos para atrás. ¿Usted qué opina?

—Mire, yo trabajé como partera hasta que me jubilé. Pasé por todas las etapas, atendí hace muchísimos años a mujeres que no querían ir al hospital, decían que era algo que debía atenderse en la casa con la familia alrededor. Luego tomaron conciencia de que corrían riesgos importantes, y que se podía perder un bebé o una mamá y empezaron a concurrir a sanatorios y hospitales. Hubieron menos muertes, por supuesto. Las parteras trabajábamos con los médicos, y si el parto venía bien lo atendíamos nosotras, y si algo se complicaba allí estaba el médico partero para solucionarlo con una cesárea o con lo que fuera.

—Parece lógico ¿no? Pero ¿por qué ahora surgió esto de querer volver para atrás? ¿Qué les pasa a las mujeres?

—No. No son las mujeres ni sus parejas las responsables de esta nueva moda. Lo que sucede hoy es que la mayoría de los médicos no explican los peligros con claridad y ademá. van preparando a la mujer para un parto dirigido. Le hablan de la anestesia, cuando ni siquiera saben si la van a necesitar, le van cobrando un plus bastante importante, y cuando la mujer llega al sanatorio para tener el bebé, lo primero que hacen es ponerle un suero y conectarle un aparato para escuchar los latidos del bebé que no la deja mover. Haga falta o no. Entonces la mujer queda quieta en la cama, cuando quizás preferiría caminar un poco, elegir diferentes posturas, respirar y relajarse bien. Y lo principal es que no ha. una partera a su lado, acá en Rosario, porque en el resto del país, sí que las hay. Y adonde están las parteras se ha comprobado que hay menos cesáreas. El parto es más natural, más respetado, digamos. Mire, si durante el embarazo la partera y el médic. preparan a la muje. para todo lo que va a vivir, informándola, enseñándole a relajarse, respirar y pujar, los resultados son geniales. Sobre todo pujar. Porque todos sabemos hacer fuerza. Pero hacer fuerza para tener un hijo es algo muy diferente, único y especial.

—Y entonces ¿basta de cesáreas?

—No. Claro que no. La cesárea está para salvar muchas vidas. Es un adelanto de la humanidad fenomenal. Igual que las anestesias. Lo malo está cuando se las utilizan sin necesidad. Y la presencia del médico se impone, porque si algo no va bien, allí estará él, el quirófano, el anestesista y el neonatólogo. Todo al alcance de la mano. No en la casa en donde puede existir cualquier complicación grave y no se cuenta con el tiempo precioso para solucionarla. Y por más que se quiera actuar rápido, casi siempre se llega tarde. Nadie mejor que ustedes los taxistas saben como está el tránsito. ¡Hasta el chófer de la ambulancia se moriría de espanto! Mire, a una madre no hay que darle explicaciones, a una madre hay que ponerle su hijito en los brazos con la profunda convicción de que se hizo todo lo humano y todo lo profesional que correspondía. Me parece que es el momento apropiad. para que los médicos se replantee. conductas acordes a los tiempos que vivimos y no dejen lugar a que los futuros padres tomen decisiones equivocadas que podría costar la vida de muchos inocentes.