“Veo las cosas como son 
Vamos de fuego en fuego hipnotizándonos 
A cada paso sientes otro deja vu 
O no?”

Déjà vu – Soda Stereo

Hay una frase de la ex presidenta Cristina Fernández, a la salida de tribunales de Comodoro Py, que es absolutamente indiscutible. “No se puede acusarlos (a los votantes de Mauricio Macri) de creer”. A nadie, en realidad. Tampoco a aquellos que acompañaron el derrotero desde el Aeroparque Jorge Newbery a Juncal y Uruguay y de vuelta al distrito judicial copado por La Cámpora para escucharla. Creer es el mayor problema de los argentinos. Y hay razones.

Para creer, primero hay que decir la verdad. Completa. Porque si es una verdad premonitoria que tarda tiempo en cumplirse, se vuelve en contra como un boomerang. Parte de esa medicina está probando el gobierno de Mauricio Macri, todavía sacudido por el revés. En menos de un día pasó de culpar a “a herencia” y seguir de cerca la debacle de Lázaro Báez y sus presuntos vínculos con el entorno de los Kirchner a aguantar que le copen los tribunales federales de Retiro por decisión del presidente de la Cámara de Casación, Alejandro Slokar, a la sazón miembro de Justicia Legítima, que le "entregó" a La Cámpora el "operativo de seguridad". Si, a una fuerza política en lugar de una fuerza pública.

El Gobierno pretenderá asimilar este momento turbulento este jueves al mostrar a Macri como si nada. Como ayer, en Salta encabezando un acto mientras las cámaras guiñaban el ojo a Cristina. Desde el atril, la reaparecida líder se catapultó en los Panamá Papers y se presentó como “perseguida política” del Poder Judicial, comparándose con Hipólito Yrigoyen y Juan Domingo Perón. Con la salvedad de que ambos fueron derrocados por dictaduras militares sangrientas como las de José Félix Uriburu y Pedro Eugenio Aramburu. Y además, que se sepa, el Poder Judicial, en Comodoro Py, le cedió el espacio a la militancia ultracristinista sin chistar.

Dio cátedra de ética porque hubo una falla importante en el termómetro. Gran parte de lo que la ex presidenta enumeró tiene que ver con los tragos amargos de estos casi 120 días de gobierno: el Tarifazo en los servicios, la lista de los medicamentos con 100% de cobertura del Pami, la inflación en los precios, las empresas offshore que lo cuentan a Macri (hijo) como director y no accionista. Como si necesitáramos que alguien lo explicara.

Ese déjà vu televisivo que no era cadena pero lo parecía, está anclado en errores no forzados de Macri. Lecturas incompletas de la situación social. Muchos están preocupados ante bolsillos enflaquecidos. Y el gobierno, que recién está arrancando, pone sus esperanzas en el segundo semestre. Pero claro, para eso, hay que decir toda la verdad. Porque para esperar al próximo semestre hay que creer.

La aparición de la ex primera mandataria es también advertencia al Poder Judicial (que ella misma y muchos seguidores no dudan en tildar de Partido Judicial, con la contradicción de que exista algo llamado Justicia Legítima). Para llamarla a declarar (dijo textual: “si me llaman 20 veces, vendré”), fiscales y jueces tendrán que tener algo más contundente que las ganas. En la medición de fuerzas, los medios mostraron una fortalecida imagen y un poder nada desdeñable de movilización. Lógico, con “aparato”. A pesar del “apoyo” del ahora barbado ex vicepresidente Amado Boudou, procesado por partida doble. La situación social, tapada por un festival de gasto público, se agravó con el shock de sinceramiento y le dejó servida la cancha a Cristina.

La reaparición de Cristina en Comodoro Py ocurrió como déjà vu porque Macri en campaña elev. tanto el standard de calidad institucional, que resultó difícil de cumplir. La realidad demostró que a la hora del test, hubo desilusión. De ahí esta apuesta redoblada que muchos creían que automáticamente iba a quedar atrás desde el 10 de diciembre.

Creer o no. De los últimos presidentes democráticos (porque los militares tuvieron el juicio a las Juntas), cuatro tuvieron que pasar por los tribunales: Cristina Fernández (que puede ser indagada por las causas de la Ruta del Dinero K, los aportes de campaña, incluyendo valija de Antonini Wilson, Hotesur y Los Sauces), Eduardo Duhalde (que le ganó un juicio a Luis D'Elía y Elisa Carrió, que lo habían acusado de narcotraficante), Fernando De La Rúa (sobornos en el Senado y muertes de Diciembre Negro de 2001) y Carlos Menem, por el tráfico de armas a Croacia y Ecuador, enriquecimiento ilícito, sobresueldos, Siemens-DNI y hasta ahora, la no aclarada responsabilidad del Atentado a la Amia, que le costó la vida al fiscal Alberto Nisman). El único que no tuvo que pasar por tribunales fue Raúl Ricardo Alfonsín. El del Juicio a las Juntas. El de la Tablada. Al que quisieron destituir.

Será por eso que el mensaje unívoco para todos, el 49% que votó el Proyecto Nacional y Popular (ya no propio en forma pura sino encarnado en Daniel Scioli) y el 51% que votó a Cambiemos es que nos cuesta mucho creer. Las promesas onerosas, la escasez de credibilidad. 

Esa diferencia tan chica en números, esa distancia tan grande, explica este déjà vu y nos muestra como somos: o no creemos en nada o cuando elegimos algo en qué creer, es difícil que cambiemos. 

“tanto pediste retener
ese momento de placer
antes de que sea tarde
vuelve la misma sensación
esta canción ya se escribió
hasta el mínimo detalle”

Déjà vu - Soda Stereo