Este miércoles salió a la luz una investigación por balaceras que tenían siempre el mismo sello: un cartel que decía "Plata o plomo". El fiscal a cargo de la causa detectó que quien las ordenaba era Luciano B., que estaba preso en Piñero y planeaba fugarse este miércoles en Rosario, después de contraer matrimonio por civil. En las intervenciones telefónicas, halló evidencia de planificaciones de robos, de ataques a tiros, de la huida, de venta de droga y hasta de infidelidades con otro recluso.

En los ocho allanamientos hechos ayer, siete en Rosario y uno en la cárcel de Piñero, fueron detenidos María del Rosario C., novia de Luciano B. –el recluso–; Agustín Leandro C., custodio de quioscos de droga; Laura Alicia B., vendedora de droga e integrante de la banda, y Camilo Alberto "Beto" C., encargado de esconder las armas que se usaban en las balaceras ordenadas. Los cuatro arrestados serán imputados el próximo lunes junto con Luciano B.

En las intervenciones telefónicas de la investigación, el fiscal de la unidad de balaceras Federico Rébola detectó particularmente una llamada entre Luciano B. y su novia María del Rosario C. En esa conversación, "Lucho" le pide que vaya a sacarle fotos a una casa para balear, le comenta que quiere comprarse una cadena de oro para el casamiento y le agrega que va a aprovechar el civil para fugarse. "Para firmar los papeles me van a tener que sacar los grillos (esposas)", le sugiere Luciano.

"Vos querés que yo vaya en cana entonces", le reprocha la mujer.

En otro pasaje de la extensa charla, Luciano B. le ofrece dejar de vender droga para "René", que podría ser Ungaro, para empezar a comercializar para "Guille", que sería Ariel Máximo Cantero, líder de Los Monos. 

La conversación también da indicios de otro delito, ya que Luciano B. sugiere que también se encarga de "mandar a robar casas"

Preso se ríe ante la posibilidad de que lo escuche la policía

En otra escucha telefónica, se observa que los integrantes de la presunta asociación ilícita saben que están siendo intervenidos sus teléfonos. Fue cuando María del Rosario C. habla con otro preso, que sería su amante.