Fue a dedo: Alberto llegó a dedo. El dedo de Cristina. Tal vez deba ser solo ella la que lo arrastre de la misma manera que lo introdujo al protagonismo político: De prepo y sin méritos extraordinarios para estar o, ahora, salir. A tres años del dedo y la estrategia de ungir a un hombre sin antecedentes de conducción, mareado y golpeado por la crisis y el efluvio del poder presidencial, ella tiene un plan. Conducir la unión del peronismo para que el clamor de la militancia le diga: “no vamos a repetir el mismo error”. Cristina Conducción, con los “pibes para la liberación” o como su jefe en el 74, echando a esos pibes de la plaza para tratar de unir las piezas rotas. Todo un repetido loop, tan poco misterioso en este país de pobres corazones.

La reunión del miércoles pasado filtrada con Carlos Melconian no fue tan filtrada. Un guiño promocional donde intentan lucir todos. Melconian podría decir que fue de “onda” por compromiso al país, pero es un profesional que factura honorarios en cuan charla le ofrecen espacio. Por cash o interés político estuvo con protocolo y largamente a solas.

El economista, integrante de la Fundación Mediterránea, ya había mostrado su inquietud politica cuando formó parte del famoso equipo de trabajo que financiado por Francisco de Narvaez en 2003 intentó dar vuelta el antimenemismo en el frustado ballotage Menem- Kirchner.

Macri lo llevó al Banco Central en 2015 y por diferencias con Marcos Peña se fue dos años después. Se había afiliado al PJ y hoy se muestra como un técnico cercano al Pro (“Soy amigo de Macri”, dijo ayer). Estuvo tres horas con Cristina. Entre palabras, diagnósticos, recomendaciones técnicas y, según indiscretos testigos, mutua seducción. No discutieron teorías, charlaron amablemente y se sugirieron seguir en contacto.

El encuentro entre Carlos Melconian y Cristina se da en el marco formal de invitaciones que el la Fundación Mediterránea y el Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL) propone a dirigentes del país. “Todo el mundo, políticos, oficialistas y oposición, Gobernadores, yo me juntado con la Iglesia, gente de la Justicia, de Sindicatos, Empresarios, lideres políticos. Estamos trabajando seriamente apartidario y desideologizado. Se cursan invitaciones y se arma agenda. Quedó con la vice para el miércoles. Estoy trabajando por la Argentina por arriba de la grieta”, explicó ayer el economista.

Cristina tiene claro su panorama. Esquivar a la justicia (low fare, según intelectualiza de su patrimonio y acciones) y armar un proyecto político post pandemia en un mundo que ya ha cambiado. Humilla a su Presidente en casa renglón de su fraseo diario y pide a la oposición por lo bajo no empujarlo al precipicio. “Lo traje y lo llevo yo”, parece ser el espíritu de estos días.

Melconian, Redrado, Alvares Sagis, los Sindicatos y empresarios que a pesar de ser duros por fuera por dentro se rinden al parloteo de una dirigente que habla mucho de todo y todas.

Las clases publicas de política y economía que Cristina ha dado en el mes la muestran arriba de un proyecto para el futuro y no tanto para arreglar el lio del presente. La lapicera la tiene Alberto hasta el 10 de diciembre del 2023. Sin embargo esta semana coincidió con el sueño húmedo de los dirigentes de Juntos por el Cambio. Basta de planes sociales en Argentina. Menos planes, más trabajo.

Argentina invierte más de 7 billones de pesos por año en recursos para la distribución de casi 20 millones de planes. La distribución clientelar de ese dinero por parte de organizaciones políticas debería cambiar. Según acuerda con ideas de Juntos por el Cambio, ese dinero deberían manejarlo autoridades políticas y transformarlos paulativamente en trabajo y no las organizaciones sociales que clienteliza a la persona que lo cobra. “Como los perros cambia la correa, pero la gente sigue teniendo el collar. O es el puntero del barrio o el intendente”.

¿Tiene espacio Cristina para callar las voces de la revolución de su militancia e ir al centro? Melconian dijo ayer coincidir con la vicepresidente en la idea de un “capitalismo moderno, occidental, progresista, donde tiene que haber cambio de régimen, de raíz, por arriba de la grieta, disruptivo pero con Banco Central, donde lo hace la Política”.

El locuaz economista de la Fundación Mediterránea confesó que la vicepresidente escuchó cada palabra: “Si no hay acuerdos va a ser ingobernable la Argentina”. “Los políticos no pueden cargarse a trompadas entre ellos, porque si eso pasa, aparecen las situaciones extremas, pasa una ambulancia que solo levanta a la gente caliente y eso no sirve para nada (por Milei). Poner en marcha a la Argentina es meter adentro a todos los que se pueda. Hay que darle la chance a que la gente cambie (por Cristina)”.

A 18 meses del recambio y sin un rumbo que ordene tanto caos, todos mueven sus fichas. Cristina presa o Cristina Presidente. Un disloque que solo un país tormentoso puede ofrecer a sus habitantes.