En los años de elecciones como este 2019 el Concejo de Rosario cae en una trampa de la que hasta ahora no logró salir. Justo cuando debe rendir cuentas a los ciudadanos, quienes a su vez eligen a quién votar, la generación de ordenanzas se reduce de forma drástica. Hasta el mes de septiembre de este año el cuerpo aprobó solo 24 proyectos, cuatro veces menos que los 90 del mismo periodo de 2018, según el registro público actualizado en la web del gobierno municipal. 

Los ediles, muchos de ellos fueron candidatos, prometieron trabajar para mejorar la ciudad y la calidad de vida de los rosarinos. Pero al mismo tiempo recortaron su labor en el Palacio Vasallo.

La contradicción se expone si se contrastan los datos de la actividad del Concejo de este año electoral con el anterior, sin comicios. De febrero a diciembre de 2018 (no electoral), el cuerpo sancionó 140 ordenanzas, un promedio de doce por mes. Hasta septiembre de ese año fueron 90 (promedio de once por mes). Sin embargo, de marzo a septiembre de 2019 se aprobaron 24 (promedio de tres por mes).

El trabajo parlamentario del cuerpo es más amplio pero este informe de Rosario3 centra su análisis en la normativa de mayor rango (ordenanzas). La sanción de ese tipo de norma se derrumbó a un cuarto del total anterior. La cantidad es una variable a tener en cuenta, otra clave es la calidad del trabajo de los ediles en comisión, pero ese dato, en los últimos dos años, no fue publicado.

Esa merma, en palabras de la página oficial de la institución, implica que los concejales se dedicaron cuatro veces menos a “estudiar y sancionar pautas y regulaciones dirigidas a lograr el desarrollo de la ciudad y la mejora en la calidad de vida de sus habitantes”.

De campaña 

Las primeras dos ordenanzas en este 2019 se registraron a fines de marzo. El pico de actividad fue en mayo con diez sanciones, una cifra que de todas formas quedó por debajo del promedio de 2018 (12 por mes).

En junio de este año, cuando se realizaron las elecciones provinciales, hubo una sola ordenanza aprobada. El jueves 27, once días después de los comicios del domingo 16, el cuerpo se reunió para ponerle nombre a un sendero del Parque Nacional a la Bandera localizado frente al Colegio de Arquitectos: "Paseo de la Arquitecta y Arquitecto".

El freno de la actividad se agudizó entonces en el mes que los rosarinos votaron. La explicación es evidente: muchos concejales participan de forma activa en las campañas. Sobre todo este año cuando la pelea por la intendencia se dio entre miembros del Palacio Vasallo: Pablo Javkin (intendente electo), Roberto Sukerman, Roy López Molina y Juan Monteverde (sus tres principales rivales).


La lógica de parar (al menos de forma parcial) el Concejo en los años electorales ocurre mientras la inversión de la ciudad en el cuerpo se mantiene.

El presupuesto del Concejo se elevó de 370 millones de pesos en 2018 a 535 millones este año según consta en el proyecto aprobado para el ejercicio 2019 (hoja 0029). Una suba del 44,5 por ciento, apenas por debajo de la inflación de ese año en la provincia de Santa Fe, que fue del 49,3 por ciento, según el Ipec. Por eso, la participación de los gastos de ese cuerpo (el grueso son sueldos) con respecto al total de las áreas que abarca el municipio permaneció estable en torno al 2 por ciento del presupuesto general. 



Normativa comparada

A diferencia de las ordenanzas, que implican trabajo en comisiones y búsqueda de consensos, la cantidad de decretos del Concejo (en general son declaración de interés y distinciones) se mantuvo alto.

En todo 2018, hubo 640 decretos. Fueron 4,5 por cada ordenanza sancionada. En 2019, son 382, unos 15 por cada ordenanza.




Una falla en el sistema

Destinar fondos públicos para que la política tenga las herramientas para cambiar la realidad es, de nuevo, algo clave en la vida democrática. Limitar ese atributo cada vez que hay elecciones es un daño al bien común que no debería naturalizarse.

Sin embargo, siempre según los datos publicados en la página oficial del municipio, la tendencia se repite en años anteriores. Cada período electoral coincide con un descenso en la cantidad de ordenanzas sancionadas. En 2017 (hubo comicios de medio término) se aprobaron 110 ordenanzas contra las 181 de 2016. En 2015 fueron 136 cuando en 2014 habían sido 195.

Ese serrucho incluye un agravante: la producción se redujo en los últimos años. De las 195 iniciativas acordadas en 2014 se cayó a 139 en 2018 (ambos ejercicios no electorales).


En los últimos años hubo distintos presidentes del Concejo y la composición del cuerpo se modificó. No se trata entonces del problema de una persona o una fuerza política concreta. Aparece como una falla sistémica. 

¿Los concejales que son candidatos deberían pedirse licencia en tiempos de elecciones y ser reemplazados? ¿Habría que pensar en elecciones legislativas cada cuatro años como ocurre con el Poder Ejecutivo? 

Cada alternativa tiene sus contras (la primera alteraría el funcionamiento básico de las comisiones y recinto, y la segunda limita la participación democrática y la gradualidad en las modificaciones en la conformación de los cuerpos legislativos). Una eventual reforma de la Constitución provincial podría generar el ámbito para analizar y avanzar en soluciones concretas. Los datos dejan claro que el problema existe.

Más sobre el Concejo

El cuerpo está integrado por 28 concejales que trabajan en once comisiones. La página web oficial cuenta con más información y transmite la sesión en vivo los jueves. El presidente actual es Alejandro Rosselló. Teléfonos de contacto.