Carlos Presman es médico, especialista en Clínica Médica y presidente de la Sociedad de Medicina Interna de Córdoba, y así se expresaba: “como decís; éste es el momento más crítico desde el inicio de la pandemia. Nunca tuvimos tanta demanda por pacientes contagiados y enfermos graves por COVID, y nunca tuvimos tanto tiempo de convivencia con la pandemia y las consecuencias que ello trae.

Es decir, hoy tenemos CAUSAL de enfermedad, infectológica por el covid 19 y a la vez tenemos CAUSAL de enfermedad por las enfermedades crónicas no trasmisibles y todas las enfermedades   que causan el aislamiento físico; o sea, el estar condicionados por la pandemia a la soledad, a un marco de futuro incierto que despierta en el hombre lo más primitivo que es el miedo; todo esto contribuye a que se hayan disparado los casos clínicos, tanto sea su origen COVID como no-COVID.

Lo que menciona, ¿incrementa la aparición o la exacerbación de las enfermedades crónicas?

Absolutamente. Se disparan el consumo de alcohol, el uso de psicofármacos, el incremento del sobrepeso y la obesidad por mayor consumo de alimentos ultra procesados; todo lo cual favorece la hipertensión arterial, el empeoramiento de los cuadros de afecciones cognitivas como el alzheimer y el parkinson además del impacto sobre estas afecciones por la imposibilidad de moverse; también afecta en los pacientes el incumplimiento de los tratamientos y hasta su abandono a los cuales, la crisis económica agrava.

Estamos atravesando una tragedia sanitaria con todos sus perfiles delineados; tan es así que, una de las revistas más prestigiosas como The Lancet, publicó una editorial en la que se abordan todas estas consecuencias que acabamos de mencionar y le pone nombre; ellos sostienen que padecemos además de la pandemia, una SINDEMIA; es decir, la pandemia provocada por un virus trae a una SINDEMIA porque el impacto de la misma afecta a la educación, al trabajo, a la salud mental, al resto de las enfermedades. Esta SINDEMIA ha hecho que se pusiera la atención en algo que no siempre fue tenido en cuenta por la gente en su vida cotidiana, y por los medios de comunicación, en su tarea de formadores de la opinión general:  la ESPERANZA.

Nosotros nombramos con mucha frecuencia y precisión a la SOLEDAD, el MIEDO, y la INCERTIDUMBRE como fuentes causales de la enfermedad, pero no hemos podido colocar el acento en la ESPERANZA, que es un sentimiento tan humano como el miedo y que contrarresta en parte, los efectos que viene provocando la pandemia desde hace un año y medio.

Cuando una revista con tanta profundidad académica, nos señala que, para atravesar la SINDEMIA, que sería la pandemia más los componentes sociales, se debe prender la llama de la ESPERANZA COLECTIVA. Vamos a poder enfrentar y superar la pandemia, con los recursos que se han puesto al alcance de la población mundial como las vacunas, pero para lograrlo necesitamos, además y sobre todo, este recurso colectivo y nacional que deberíamos incorporar a la salud.

¿Sería como alcanzar una inmunidad colectiva basada en la esperanza?

Exactamente. Tomo la idea.  Así como nos contagiamos el miedo y la incertidumbre, también nos deberíamos contagiar de esperanza. Contagiarse de esperanza le dará al conjunto social una inmunidad para poder atravesar la incertidumbre, el miedo y la soledad.

Este tema de la esperanza nos viene de siglos, si consultamos a la Mitología Griego vemos que Prometeo, el más humano de los dioses, que fue el que le robó el fuego a Zeus para llevárselo a los hombres y mujeres que se habían quedado sin él, recibió como castigo a Pandora con su famosa caja la que contiene todas las tragedias de la humanidad, como la miseria, la violencia, la muerte, la vejez y otras tragedias y males por el estilo; Pandora sabía que, en el fondo, estaba la esperanza.

Quizás desde este concepto griego, desde el que parte la narración de la especie humana, hecha por estos talentosos observadores, podamos comprender el porqué de ese dicho muy nuestro y tan repetido: “la esperanza es lo último que se pierde”. Intentaría darle una vuelta de tuerca y pienso que no es la esperanza lo último que se pierde…para mí, lo último que se pierde es el HUMOR. Cuando llego a él, comencé a elucubrar que, si bien la esperanza es lo último que se perdió de aquella caja de Pandora, cuando cada uno de nosotros está situado en el medio del dolor, del sufrimiento, de la tragedia, algunos recurrimos a la estrategia de la esperanza, a la que habría que reciclarle el humor. Y me atrevía acuñar una frase que suelo usar para mí y para quienes me solicitan ayuda: “el humor, empático y ético, en ese momento crítico, puede llegar a ser EL DIOS DE LOS ATEOS”.

¿En qué debemos basar la esperanza? ¿En alguna evidencia?

Yo diría la esperanza BASADA EN LO COLECTIVO. Y, para reafirmarlo, me remito a un clásico, la Divina Comedia. A propósito, se cumplen 700 años del fallecimiento de Dante Alighieri. En la Commedia, acompañado por Virgilio, su guía, ambos comienzan el descenso al infierno. Llegan a un lugar particular, la antesala del Infierno, el Ante-infierno, donde se escuchan gemidos y ayes de dolor, llantos y gritos desesperados. Dante le pregunta a su guía de dónde vienen esos gritos. Virgilio le responde que es en Ante Infierno, el lugar de los indecisos, los cobardes y los indiferentes, los que no se involucran en nada; son almas que ni siquiera entran al infierno.

Comprendía que esa imagen poderosa me transmitía un mensaje: lo peor que nos puede pasar en este momento; además de perder la esperanza, es construir una esperanza individual del SÁLVESE QUIEN PUEDA.

Estos procesos sociales no tienen otra posibilidad que un éxito colectivo. Por eso es importante que nos VACUNEMOS TODOS, y me refiero a cada uno de los habitantes del planeta. TODOS. Si no se vacunan todos, la pandemia va a continuar.

Debemos tener una fuerte convicción esperanzada, al tiempo que desarrollemos una estrategia colectiva de CUIDADO; es decir el DISTANCIAMIENTO, el uso del BARBIJO, el AISLAMIENTO, el LAVADO DE MANOS, no realizar REUNIONES SOCIALES, NI FAMILIARES, Y MENOS, EN LUGARES CERRADOS y SIN VENTILACIÓN CRUZADA, etc, etc, etc.

Y vacunarnos. Además de completar la vacunación lo antes posible, quienes hayan recibido una de ambas dosis.

Debemos, también, cuidar a las instituciones de salud y al personal del equipo de salud que son los que soportan la mayor tensión ante los enfermos y el curso de esta enfermedad.

Desarrollar una ESPERANZA COLECTIVA y empática, para poder atravesar este momento, hasta que estemos vacunados. Y CUIDÁNDONOS, SIN PERDER EL HUMOR.

*Carlos Presman, médico, Presidente de la Sociedad de Medicina Interna de Córdoba, Argentin.