En esta instancia, los preparadores físicos se encargan de evaluar a los atletas y planificar cómo será la rutina en el retorno a la actividad, luego de la inactividad por las fiestas y las vacaciones.

“El trabajo preparatorio o de pretemporada es entendido tradicionalmente con un período de adquisición y mejora de las llamadas capacidades condicionales (Fuerza, Resistencia, Velocidad y Flexibilidad). Los deportistas de rendimiento son evaluados en un primer momento para determinar su condición general de inicio de este periodo”, señaló Sebastián Di Costa, docente de la Licenciatura en Actividad Física de la Universidad del Gran Rosario. “Esta evaluación permite a los entrenadores desarrollar sus planificaciones en base a los objetivos proyectados teniendo como horizonte las competencias más significativas del año”, agregó el Licenciado en Educación Física, Motricidad y Deporte con Especialización en Entrenamiento y Alto Rendimiento Deportivo.

Respecto a los diferentes paradigmas sobre la planificación de la pretemporada, el docente de la UGR dijo: “Hoy es difícil encontrar modelos de pretemporada que no contemplen de una u otra manera, la integración técnica y táctica-estratégica a la programación de los trabajos. Otros factores como el emocional, el socio-afectivo han pasado a tener un rol protagónico a la hora de diseñar y dosificar lo entrenamientos”.

Según explicó el especialista, la nueva visión sobre el entrenamiento, más amplia y compleja, pone “en el centro de la escena al deportista ya no como un organismo biológico al cual se manipula desde la aplicación de ‘cargas’ de entrenamiento sino como un ser humano en situación deportiva”.

Muchas veces, algunos deportistas sufren lesiones o cansancio en medio de la competencia y se le atribuyen estas problemáticas a la falta de una pretemporada adecuada.

Sobre este punto, Di Costa indicó: “La importancia de un buen trabajo en esta parte del año es vital. Tan vital como un buen entrenamiento en las otras partes del año. Un período de transición o vacacional que parece no ser tan determínate, puede condicionar para bien o para mal el inicio de la pretemporada y hasta complicar por periodos de competencia si ese deportista de rendimiento no llega con un peso corporal adecuado, por ejemplo. Creo que es preferible ver las planificaciones y sus estructuras como sistemas, en donde cada una de sus partes se encuentra integrada a otras de manera íntima y recursiva. Las posibilidades de un buen potencial competitivo será la emergencia producto de la determinación de todas estas variables”.

En los años donde la agenda de las competencias acorta los tiempos de preparación (como sucederá en este 2022 en el fútbol, por la disputa de Mundial de Qatar), la planificación de los entrenamientos tiene que acomodarse a la temporada deportiva.

Sobre la extensión de la pretemporada en el inicio del año, el docente de la Licenciatura en Actividad Física de la UGR comentó: “El tiempo de duración dependerá de muchos aspectos: el calendario competitivo, las características propias del deporte, las posibilidades de utilización de espacios en las instituciones deportivas, la edad de los deportistas, y hasta las condiciones climáticas o económicas; las que entran en juego todo el tiempo. Claro está que las mejoras de las capacidades condicionales, o la exaltación de éstas, tienen sus tiempos biológicos de mejora (efecto residual del entrenamiento). La mirada convencional o tradicional de la planificación deportiva de mediados de siglo XX intentó unificar estos tipos de parámetros, sobre todo en el ámbito de la preparación física, cuando se generalizaron los modelos de entrenamiento del atletismo a la gran mayoría de los deportes. La especificidad, como menciona Vitor Frade, el padre de la Periodización Táctica, nos invita a repensar, día a día, estos parámetros en cada deporte y en cada deportista en singular”.

 

Fuente: Secretaría de Comunicación. Universidad del Gran Rosario