El problema de estrés es cuando se vuelve crónico y empieza a afectar la salud. Como siempre cita mi profesor de la especialidad de psiconeuroinmunoendocrinología (PNIE) del estrés el Dr. López Rosetti: "El dolor es inevitable pero el sufrimiento es optativo". Es decir, nosotros podemos transformar el sufrimiento en bienestar, gestionando nuestra realidad aumentando nuestras herramientas para disminuir el estrés y apagar el modo lucha o huida.

Dado que el sistema del estrés, el impacto negativo del dolor emocional y físico, tienen una gran influencia en la calidad de vida, es importante tenerlo en cuenta a la hora de abordar a nuestros pacientes y darles herramientas en las consultas como: técnicas de respiración, de relajación y de meditación como mindfulness.

Las emociones están íntimamente ligadas a las funciones corporales: el estrés contribuye al debilitamiento del sistema inmune, que es el encargado de protegernos de las enfermedades. Al debilitar las defensas, nos hace más propensos a contraer enfermedades como el resfrío o la gripe, cambiando la absorción, alterando la microbiota, generando una rotura en nuestra barrera intestinal, con disminución de las secreciones gástricas y de los movimientos peristálticos, cuantas más hormonas de estrés segreguemos, mayor será la inflamación y mayores las probabilidades de desarrollar permeabilidad intestinal, que lleva a un aumento de las bacterias patógenas y a síntomas de variada intensidad, que incluyen desde los más simples como dolor, gases, diarrea y estreñimiento hasta afecciones más complejas como el síndrome del intestino irritable y el reflujo. Porque aumenta la producción del ácido clorhídrico, lo que perjudica el proceso digestivo y favorece la aparición de la úlcera. Pero todo es finalmente un círculo en el que se produce una retroalimentación, porque también la patología digestiva propicia el estrés.

A diferencia de quienes acuden a mi consulta motivados porque quieren cambiar hábitos, los pacientes con problemas digestivos a menudo vienen obligados porque no se encuentran bien, tienen una intolerancia o una enfermedad y no la entienden o no la aceptan. Muchas veces desde la micronutrición y el mindfuleating (alimentación consciente) y la PNIE del estrés se los puede acompañar y ayudar.

El estrés también puede desencadenar dolores de cabeza por tensión, opresión en el cuello y la mandíbula, y nudos y espasmos en el cuello y los hombros. También puede contribuir a alteraciones de la articulación temporomandibular (como el bruxismo).

Un nivel alto de cortisol, conocida como la hormona del estrés, puede empeorar cuadros cardiovasculares y pulmonares. Si tenés afecciones de la piel como eczema, rosácea o psoriasis, el estrés también puede exacerbarlas. También puede provocar urticaria y picazón, sudoración excesiva e incluso caída de cabello.

El estrés reduce el umbral del dolor, por lo que puede causar fuertes molestias, espasmos, tensión o inflamación en los músculos. Además, puede conducir a brotes de síntomas de artritis, fibromialgia y otras afecciones. Acordémonos de nosotros y de parar, de tener pequeñas pausas en el día, porque la neurosis intestinal suele afectar a gente perfeccionista, con mucha responsabilidad, poca flexibilidad y tendencia a pensamientos que se repiten sin tregua.

Este tipo de personas es más vulnerable al estrés, de ahí que sea de gran ayuda el aprendizaje de técnicas de manejo de ansiedad como mindfulness, yoga, relajación y, por supuesto, cuidar las rutinas diarias, los buenos hábitos y el descanso, favorecer el ejercicio físico programado y con disfrute.

Crear la mejor versión de uno mismo que podamos amar, es la clave.