“Cuando se lanzaron las vacunas anti-COVID-19 a principios de corriente año, sobrevolaba la idea que el azote del virus iría a desaparecer en algunas regiones. A medida que aumentan las infecciones por las nuevas variantes en distintos países (algunos con importantes cifras de vacunados), tales aseveraciones suenan menos entusiastas y la pregunta es qué tan bien protegidos estamos realmente. Aunque la mayoría de los datos siguen mostrando que las vacunas son muy efectivas para prevenir enfermedades graves y la muerte, aquellas expectativas que también podrían sofocar la transmisión y prevenir por completo las infecciones "disruptivas" en las personas vacunadas cotizan un poco menos. En este contexto surge el interrogante de si tales tendencias reflejan una posible disminución de la inmunidad inducida por la vacuna frente a variantes más transmisibles, y la consecuente aplicación de refuerzos.

La eficacia de la vacuna desciende ante Delta, pero tampoco es tan dramática. En un reporte sobre residentes de hogares de ancianos en los Estados Unidos, se observó que las vacunas de ARNm tenían una eficacia contra todas las infecciones que iba del 75% antes de Delta al 53% después de su aparición (la variante es ahora dominante en EE. UU). Un gran estudio del Reino Unido, en base a la Encuesta de Infección COVID-19 de la Oficina de Estadísticas Nacionales comparó el número de participantes completamente vacunados y no vacunados que dieron positivo al SARS-CoV-2 durante dos períodos: diciembre de 2020 hasta el 16/05 (dominaba la variante Alfa), y del 17 de mayo al 01/08 (prevalencia de Delta). Las dos principales vacunas en uso en ese país (Pfizer y AZ), protegían contra la infección sintomática con una disminución significativa durante el segundo período, 84% para Pfizer y 71% para AZ. Las personas con infecciones por Delta tenían, en promedio, cargas virales mucho más altas en la nariz o la garganta, sugerente de un mayor poder de transmisión del virus. Otro estudio en Nueva York arrojó resultados similares: la eficacia global de las tres vacunas autorizadas contra las infecciones por SARS-CoV-2 se redujo del 91.7% al 79.8% entre mayo y julio (neto predominio de Delta).

Como fuera anticipado, además de las variantes también es probable que se produzca una disminución gradual de la inmunidad inducida por la inmunización. Así otra investigación en el RU reportó que las personas inoculadas con AZ tuvieron un 68% de protección contra la infección 2 semanas después de su segunda inyección y un 61% después de 90 días. La caída fue más pronunciada en los que recibieron la vacuna de Pfizer: catorce días después de la segunda dosis, proporcionó un 85% de protección contra todas las infecciones de Delta, sintomáticas o no, que a los 90 días descendió al 75%. En Israel se obtuvieron datos que iban en la misma dirección. Desde el costado epidemiológico igualmente es necesario tener en cuenta que esta aparente disminución de la protección podría tener otras concausas, incluidos cambios en el comportamiento individual y la tasa de transmisión comunitaria por ejemplo conductas de riesgo como las idas a restaurantes, bares y conciertos.

Como una suerte de contraparte, las vacunas siguen protegiendo contra enfermedades graves. Citamos unos ejemplos, en Nueva York, la eficacia contra la hospitalización por COVID-19 se mantuvo cerca del 95%, mientras que los datos del Ministerio de Salud israelí apuntan a que la protección contra enfermedades graves sigue rondando el 92% para las personas de 50 años o menos y del 85% para las mayores de 50. En Inglaterra se estima que dos dosis vacunales brindan una protección del 96% contra la hospitalización.

Existe un amplio acuerdo en que las personas con sistemas inmunitarios deprimidos, ya sea por la edad o por una enfermedad, los refuerzos pueden ofrecer una protección importante. Mismo para los trabajadores de la salud y los contactos cercanos de personas con una inmunodepresión. Datos recientes apuntan al valor de un refuerzo vacunal contra COVID-19, por lo que la tercera dosis va ganando consenso y quizás nos aguarde un esquema de inmunización parecido al que se aplica contra la gripe.

Por fuera de esto, el escenario actual pone de manifiesto las inequidades que se siguen presentando en este mundo; en las regiones más desarrolladas se está implementando una dosis adicional mientras que en los países pobres la cobertura con las 2 dosis continúa siendo subóptima”.