El equipo, liderado por Sheila Ons, investigadora del Conicet en el Laboratorio de Neurobiología de Insectos vinculado al Centro de Endocrinología Experimental y Aplicada (Cenexa, Conicet-UNLP-asociado a Cicpba), describió qué genes se activaban y cuáles disminuían su expresión durante la respuesta a un insecticida en una población de Triatoma infestans, nombre científico de las vinchucas, de resistencia baja o moderada, en el departamento General Güemes, en Chaco.

"Comprobamos una hipótesis según la cual una familia de proteínas, llamadas quimiosensoriales, involucradas en el sentido del olfato de los insectos, juega un rol importante en los mecanismos de detoxificación, es decir, de liberación de la toxina", explicó Ons.

La científica precisó que "como la proteína secuestra al tóxico, la importancia de lograr caracterizar esta respuesta sirve para eventualmente utilizar un compuesto que bloquee esa acción y, así, poder reducir las dosis de insecticidas".

Otra conclusión de la investigación, publicada en la revista PLOS Neglected Tropical Diseases, fue que se descartó en estos individuos la presencia de una mutación genética, que es responsable de los grados más altos de resistencia detectados en las provincias del norte, que hacen prácticamente obsoletos a los insecticidas utilizados.

Lucila Traverso, becaria del Conicet e integrante del equipo de investigación, explicó que "el experimento consistió en tomar dos grupos de vinchucas y aplicar a uno de ellos deltametrina, un insecticida, diluido en acetona, y al otro solo esta última sustancia química".

"Como nos interesaba ver la respuesta aguda, esperamos cuatro horas y, mediante la transcriptómica, una tecnología consistente en secuenciar todos los genes que participan en un determinado proceso, pudimos observar la activación de las proteínas quimiosensoriales, entre otros genes interesantes", precisó.

Las expertas destacaron que, contrario a lo que sucede con otras especies más estudiadas, en el caso de T. infestans, el genoma completo aún no está anotado, es decir, publicado junto con datos biológicos relevantes que ayudarían a comprender su secuencia y cómo funciona.

El laboratorio de Ons y Traverso forma parte de la Red Argentina de Vigilancia de la Resistencia a los Plaguicidas de uso en Salud Pública (Rarep), creada en 2021 con el objetivo de conocer el estado y distribución de la resistencia a plaguicidas en las poblaciones de insectos de importancia sanitaria en Argentina.

En Argentina solo están permitidos los insecticidas piretroides, aquellos cuyo blanco es una proteína ubicada en las membranas de las neuronas, a las cuales estimulan hasta provocarles parálisis o la muerte. Desde hace varios años, esa acción neurotóxica está perdiendo eficacia debido a mutaciones genéticas en las vinchucas que provocan que la molécula insecticida no interactúe con esa proteína a la que antes podía afectar.

"Es probable que el rociado tenga otros efectos, el veneno no les provoca la muerte pero afecta algún proceso biológico, lo que pasa es que recién se está estudiando, y el problema que atraviesan estas ciudades es grave y necesita una solución urgente", sostuvo Ons.

Otros países alternan el uso de piretroides con otros compuestos para la fumigación en hogares, pero en Argentina no hay autorización para hacerlo debido a que resultan muy nocivos para insectos benéficos y el medio ambiente en general.

"Las alternativas que se buscan tienen que ver con la posibilidad de introducir modificaciones a las formulaciones de los piretroides para bloquear los nuevos mecanismos que vamos descubriendo, y a más largo plazo tratar de encontrar insecticidas sustentables desde el punto de vista del impacto ambiental", concluyeron las especialistas.