Mats Brännström, profesor de ginecología de la Universidad de Gotemburgo (Suecia), luego de 10 años de investigación, logró practicar los primeros trasplantes a dos mujeres con el útero de sus madres. En septiembre de 2014 en Suecia nació el primer bebé de un útero trasplantado. Se trató de una mujer, de 36 años, que recibió el órgano de una amiga de la familia que tenía 61 años. El bebé, a quien llamaron Vincent, vino por cesárea con algo más de 3 kilos de peso, quien fue dado de alta a los 10 días después de nacer.

Desde hace un año, en Rosario, se ha conformado un grupo alrededor del profesor de la Universidad de Gotemburgo que integran tres especialistas de PROAR, Programa de Asistencia Reproductiva de Rosario, los doctores Gustavo Botti, Victoria Boccio y Leticia Solari.

Rosario3.com ha tomado contacto con el doctor Botti, quien a propósito de este tema, nos dice:“hace tres semanas estuvimos con el grupo de la Universidad de Gotenburgo donde se realizaban dos trasplantes de útero; más precisamente fue el sábado 16 y el domingo 17 de noviembre. Nos invitaron a participar de los mismos, por ser integrantes de un grupo que realizábamos nuestro período de entrenamiento. El lunes 18 completamos con intervenciones en animales. Fueron días muy activos en el trabajo de nuestro proyecto de trasplante de útero”.

- ¿Continua la vigencia del calendario que habían diagramado?

- Sí. Estamos cumpliendo con todas las etapas. El calendario contempla para marzo otro período de entrenamiento con animales, pero en Rosario.

Estamos trabajando con la presentación de nuestro protocolo de trasplante ente el INCUCAI, el que una vez concretado, nos permitirá comenzar con el chequeo de las pacientes. Tenemos planificados cinco trasplantes en tres años. Pensamos hacer dos en la segunda parte del año que viene.

El chequeo de las pacientes incluye a la donante, por un lado, además de la realización de la fertilización in vitro; ya que las pacientes que no tienen útero, o lo tienen imposibilitado para llevar adelante un embarazo, cuentan con ovarios, tienen sus parejas, y su deseo de ser madres.

En la primera parte del año haremos las fertilizaciones in vitro, para lo cual deberemos congelar esos embriones y en la segunda parte del año haríamos el trasplante de útero; luego del cual, y con una espera de un año, para asegurarnos que el útero está en condiciones, recién ahí podremos transferirles los embriones, lo que se haría en el 2021.

Éste es el cronograma y sus etapas las estamos recorriendo tal lo planificado.

Se trata de un protocolo novedoso que como tal está en constante evolución. Es nada más que un aprendizaje dinámico.

- ¿Una vez hecha la transferencia de embriones, estamos frente a un embarazo como los habituales?

- Sí, pero debemos hacer controles más frecuentes y más sofisticados que los que requiere un embarazo en una mujer con su propio útero. Debemos tener en cuenta que por ser pacientes sometidas a un trasplante están inmunosuprimidas. Son pacientes que se tratan con una medicación similar a las mujeres que pasaron por un trasplante renal y que luego se embarazaron.

Nosotros nos beneficiamos de la experiencia que en el mundo ha habido luego de unos 15000 trasplantadas renales que llevaron adelante sus embarazos, siendo tratadas con inmunosupresores, en las que no se evidenciaron casos de teratogénesis ni malformaciones en los bebés. Con lo cual podemos decir que el protocolo que llevaremos adelante se encuentra fuertemente respaldado. Pero que nos exige un control estrecho y frecuente.

- Luego del nacimiento del bebé, ¿qué se hace con el útero que recibió esa mujer?

- En principio, luego de un corto período se lo extirpaban; pero estamos viendo la posibilidad de dejarlo, seguir con los controles un tiempo por si esa pareja desea tener su segundo niño.

Hoy todavía se los saca luego de dos o tres meses. Pero estamos estudiando la segunda hipótesis, siempre que las investigaciones nos den la certeza y la evidencia de que podemos intentar un segundo embarazo.

Hoy la ciencia nos permite encarar cosas que eran impensadas hace pocos años atrás. Vamos en la búsqueda de encontrar soluciones a los desafíos que nos plantean los pacientes.

- ¿Ustedes integran uno de los primeros grupos que van a realizar este trasplante en América?

- Sí. Y estamos ante el desafío de enfrentar a pacientes estériles a los que hoy podremos dar una solución a su esterilidad, más allá de la adopción y de la subrogación de vientres. De todos modos, nosotros preferimos hablar de infertilidad.

Son pacientes estériles por, en algunos casos haber nacido sin útero, son las pacientes con síndrome de Rokitansky; o pudieron haberlo perdido por hemorragias del posparto, o por fibromas, o por tener un útero con escaso desarrollo.

Se trata de un factor de esterilidad absoluto que no tenía solución hasta que apareció el trasplante como posibilidad para estas pacientes.

Hemos tenido la fortuna de contar con el apoyo del grupo sueco que en el mundo es el que más casos exitosos ha conseguido. Ese grupo va a venir a Rosario, a trabajar con nosotros.

En sud américa hay un solo caso realizado en San Pablo, Brasil

*Dr. Gustavo Botti, médico cirujano, especialista en ginecología y medicina reproductiva, matrícula 7710.
Ex Presidente de SAME, Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva
Proar Centro Médico - Programa de Asistencia Reproductiva de Rosario