En los últimos 40 años, la salud de la humanidad asistió a diferentes momentos, tanto críticos como así también de sorprendentes progresos. Si bien el Sida nos conmocionó, el impacto de la pandemia del covid-19 generó una verdadera revolución que paralizó al mundo.

Diversos fenómenos como el de la comunicación y el trabajo a distancia se incorporaron a nuestras vidas como un hecho natural y cotidiano, y lo que fue más sorprendente es que todo cambió en tan solo dos semanas.

Incorporamos muchas cosas como medidas de cuidados y el concepto del Aislamiento Preventivo que se logró por la información, la restricción, el control y el bombardeo del “Quédate en casa”.

Esto, a la fecha dió sus frutos, con un bajo número de contagios comparados con países vecinos y un sistema sanitario con camas disponibles para un eventual crecimiento del problema.

Pero así como todos nos aislamos y casi todo se detuvo, también los pacientes por el aislamiento y tal vez por temor al contagio, dejaron sus consultas por otras enfermedades, siendo aquí adonde comenzamos a transitar un nuevo problema causado por la solución implementada.

Que la obesidad cause casi tres millones de muertes por año en el mundo en comparación con los 330 mil muertos a la fecha por covid-19, no significa que una u otra sea más importante, sino que ambas enfermedades deben ser atendidas y cuidadas. Si solo le prestamos atención a una, seguramente la otra nos hará saber de su crecimiento y fatales consecuencias.

Curiosamente, las consultas por obesidad y sus consecuencias como la diabetes e hipertensión se vieron suspendidas y aún fue más sorprendente la suspensión por parte de algunas obras sociales de los tratamientos por obesidad.

Esto fue más notable en la suspensión de las autorizaciones de las operaciones Bariátricas, argumentando normativas ministeriales de realizar solo operaciones de urgencia, cuando ésto era solamente una recomendación del comienzo de la pandemia y para el sector público, con la intensión de reservar camas por un eventual brote de Covid19 que hasta ahora, no llegó.

¿Qué dejó todo esto? Si bien es cierto que hasta ahora se logró un bajo número de contagios, también lo es que hay numerosos pacientes obesos con tratamientos suspendidos, con un elevadísimo porcentaje de camas del sistema de salud vacías. Como ejemplo podría ser como si en un hospital, atendiésemos solamente a pacientes con peritonitis y mandásemos a aquellos con apendicitis a la casa. El resultado sería siempre el regreso de ellos al hospital con mayor gravedad, riesgo para su vida y costo para el sistema.

Sin dudas lo mas difícil de todo esto, como en todos los ordenes de la vida, la búsqueda del equilibrio. No todo es blanco, no todo es negro.

La pandemia, por lo que hoy sabemos a la fecha, durará varios años y durante ella habrá momentos más y menos seguros para desarrollar ciertas actividades y/o procedimientos médicos. Eso estará dado por la circulación viral de cada zona, siendo en los momentos de baja circulación, la oportunidad para llevar adelante ciertos tratamientos que si bien no son urgentes, son “No Postergables”.

Indudablemente desde lo político y sanitario es un éxito mostrar un bajo número de contagios covid-19, pero también tenemos que mostrar cómo cuidamos las demás enfermedades y no entorpecemos el acceso a su cuidado. Siendo el desafío cómo administrar todas las variables de una misma crisis.

Un párrafo aparte merece la posibilidad de que algunas obras sociales hayan visto en ésta, una oportunidad para restringir procedimientos al efecto de reducir los consumos y gastos, siendo esto a mi criterio, un perjuicio para el paciente y para ellos mismos ya que demorar un tratamiento y prolongar el padecimiento se traducirá indefectiblemente y con el tiempo en mayores costos.

En síntesis, parecería ser que entre el hecho pendular entre el cierre y la apertura de todo, existen momentos oportunos. Estos son sin duda los llamados periodos de ventana de baja circulación viral adonde tenemos que aprovechar para dar curso a la solución a todo lo que queda en espera durante los periodos de alto contagio. Si desaprovechamos estos momentos, no solo habremos perdido el tiempo sino también le habremos quitado la oportunidad a los pacientes de salir adelante en sus afecciones crónicas.

Si continuamos así, pensando solo en el covid-19 sin aprovechar los momentos más seguros y sin acceso a estos tratamientos habremos perdido valiosas oportunidades. Que no suceda como el caso de aquel que, pensando en borrar una arruga de una tela, la va desplazando, no solo sin lograr que desaparezca sino formando muchas otras nuevas.

* Jorge Harraca. Matrícula: 8303. Asesor de la Comisión de Cirugía Bariátrica de la Asociación Argentina de Cirugía. Jefe del Sevicio de Cirugía Bariátrica del HPR. Director del Centro de Cirugía Bariatrica.