Desde hace unos años los complementos de melatonina se han convertido en uno de los medicamentos sin receta -a dosis bajas- favoritos de las personas que tienen problemas de insomnio o para conciliar el sueño. Al tratarse de una sustancia presente en nuestro organismo, que además es la responsable de inducir el sueño, la gente la concibe como ‘natural’ e inocua e incluso la toma como si fuera un somnífero. Sin embargo, esta hormona, ni es tan beneficiosa como se cree ni está libre de efectos secundarios.

¿Qué es y para qué sirve la melatonina?

La melatonina es una hormona que segrega nuestro cerebro, concretamente en la glándula pineal, y que, entre sus funciones, destaca la de inducir al sueño y se segrega en función de nuestros ritmos circadianos y el ritmo sueño-vigilia. Por este motivo, su cantidad aumenta con la oscuridad y disminuye con la luz del día. Esta hormona está muy presente en la niñez y en la adolescencia, y va descendiendo con la edad a partir de los 35 años. Así, se calcula que a los 50 años disponemos de la mitad, y a 75 años tenemos una cuarta parte de la melatonina que tenemos en la adolescencia, por eso, entre otros motivos, los problemas para dormir aumentan con la edad, pues un déficit de melatonina puede llevar a trastornos del sueño.
Pese a sus múltiples beneficios, entre los que se incluye su carácter antioxidante y la protección que ejercen sobre nuestras células, las cerezas también figuran en la lista de las frutas más contaminadas con pesticidas.

¿Qué es la melatonina?

Además de actuar sobre el sueño, la melatonina tiene otras funciones, como regular los ritmos metabólicos, endocrinos, es antioxidante, antiinflamatoria, actúa en la división celular, en la función mitocondrial, etc. Es por eso que esta hormona, aunque se necesitan más estudios al respecto, también puede recomendarse en algunos casos de fibromialgia, epilepsia, menopausia, osteoporosis, el envejecimiento, el nerviosismo o el síndrome de intestino irritable.

¿Cómo actúa frente al sueño?

La melatonina actúa en el momento de conciliar el sueño, como estimulante de este, y se segrega con la oscuridad. Es decir, que, si hay luz, no se segrega o lo hace en muy poca cantidad. Esta sustancia alcanza su punto más alto -dependiendo de los ritmos de cada persona- entre las dos y las cuatro de la mañana, y luego empieza a descender. Por tanto, si tomamos melatonina lo que estamos consiguiendo es adelantar el proceso, no que durmamos mejor o que el sueño sea de calidad. No actúa, ni mucho menos, como un somnífero y, por tanto, no debe ser utilizado como tal.

En Europa, concretamente, la melatonina no está sujeta a prescripción médica cuando se considera un complemento dietético, es decir, cuando la dosis es de 1,9 mg como máximo y de liberación rápida. Para dosis superiores y de liberación lenta -más eficaz- se necesita una prescripción médica. En cualquier caso, se recomienda, para que sea eficaz, tomarla una hora antes de acostarse.

Para qué casos está probada su eficacia

En el tema de la eficacia de los suplementos de melatonina hay mucha controversia, pues hacen falta más estudios para probar sus efectos reales. Aun así, hay bastante consenso y evidencia de que sí puede ser eficaz en determinados casos, como apunta en Mayoclinic:

•Trastornos del sueño que afectan el ritmo circadiano en personas ciegas.

•Alteraciones del ciclo sueño-vigilia en niños con autismo.

•En caso de jet lag desfase horario.

•Trastorno del trabajo por turnos. Podría mejorar la calidad y la duración del sueño diurno en las personas que trabajan fuera de los horarios habituales y deben dormir de día.

•Trastorno de la fase retrasada del sueño. Podría ayudar a conciliar el sueño en personas que tengan dos horas de desfase con respecto a los patrones de sueño convencionales.

•Insomnio. Pero en caso de que el único problema la dificultad de quedarse y mantenerse dormido.