“El virus, al igual que nosotros, se adapta a la situación. Nosotros nos vamos adaptando, al desarrollar vacunas, y ellos se adaptan mutando. Es decir, cambiando su apariencia. Y lo hace para poder ingresar a las células, ya que, si no logra ese objetivo de ingresar a ellas, no puede producir enfermedad. El virus, fuera de un organismo vivo no puede sobrevivir. Para lo cual se adapta MUTANDO.

Este REBROTE es, en realidad, algo a definir: no existe un rebrote, lo que sí existe es la aparición de una nueva variante. Este fenómeno es habitual en todas las virosis.

Esta nueva variante, OMICRÓN, es una variante que aparentemente, por los datos que disponemos, produce una enfermedad MÁS LEVE, que las producidas por las variantes ALFA y la variante DELTA. No produce formas pulmonares graves, que son las que llevan a la insuficiencia respiratoria, al respirador y a la muerte. Y sí produce un cuadro gripal leve.

A diferencia del año pasado, disponemos de vacunas y ya tenemos muchos vacunados con dos dosis. Recordemos, cuando no estaban las vacunas todavía, nuestros hospitales estaban abarrotados al igual que las salas de terapia intensiva, y hasta tuvieron que ampliar las morgues. El sistema de salud por esa alta demanda no daba abasto; hoy, las salas de terapia intensiva están semivacías. Todo lo cual representa un AVANCE EXTRAORDINARIO.

Pero queda una población o que no está vacunada o lo está insuficientemente, con una sola dosis.

La población NO VACUNADA, sobre todo la que no tiene ninguna dosis, se subdivide en dos: unos que son ANTI VACUNAS IDEOLÓGICOS, que no creen en vacunas, ni en la medicina ni creen en los medicamentos, con ellos, creo, hay poco por hacer, ya que no se van a vacunar. En el otro grupo están los que, no siendo ANTI VACUNAS, tienen dudas. Es lógico que las tengan.

Cuando un paciente nos plantea sus dudas con respecto a las vacunas, sobre todo en el largo plazo, les respondo que, como ese tiempo todavía no ha transcurrido, por esa razón no sabemos lo que va a pasar con estas vacunas, pero sí sabemos lo que ha venido ocurriendo con todas las vacunas que están en el Calendario Nacional, que han demostrado su eficacia, que han sido bien toleradas y que han logrado hasta hacer desaparecer enfermedades que asolaron a la humanidad durante años. Las vacunas, en general, a largo plazo, han traído nulas complicaciones, o efectos secundarios. Y han demostrado ser efectivas. Es cierto que tenemos un par de estas nuevas vacunas que fueron diseñadas en una nueva plataforma, más moderna. Pero lo que vemos en el largo plazo con las vacunas es que han demostrado ser muy seguras. Los efectos colaterales son infrecuentes, por lo que se tiene que comparar el riesgo de enfermar, por un lado, con el riego de contraer un efecto indeseado. Cuando hacemos esta comparación no nos quedan dudas. Así se ha procedido siempre en la larga historia de las vacunas y esta evidencia refuerza la hipótesis de recurrir a las vacunas para evitar contraer la enfermedad que amenaza a nuestras vidas. La posibilidad de enfermar y morir por COVID es enormemente mayor que el de contraer un efecto indeseado debido a la vacuna. Por lo cual hay que aconsejar VACUNARSE.

En la medida que tengamos cada vez más gente vacunada, el virus va a encontrar menos nichos ecológicos donde entrar y continuar mutando. De lo contrario, el virus seguirá mutando hasta que sus mecanismos de mutación se agoten y por fin desaparezca la pandemia. Lo que no podemos adelantar porque no lo sabemos, cuánto tiempo pasará hasta que el virus encuentre su propio final.

Teniendo el recurso de las vacunas, no utilizarlas es inadecuado.

Probablemente el escenario futuro será que, con el tiempo, pasemos de pandemia a epidemia con vacunación periódica.

A propósito, están apareciendo algunos trabajos interesantes, el JAMA publicó un trabajo hecho en una población de integrantes del equipo de salud, en general, personas que vacunadas se infectan luego de lo cual, cuando les estudian los anticuerpos los tenían incrementados. Lo que es, de por sí, beneficioso.

De todos modos, vale la pena aclarar que la protección de la vacuna no se mide solamente por la presencia de anticuerpos. Su protección, se produce también por un mecanismo celular, donde células de memoria, llamados Linfocitos T, que protegen al individuo independientemente de los niveles de anticuerpos. Y estos niveles son equivalentes con todas las vacunas que hay hoy disponibles para protegernos contra la enfermedad ocasionado por COVID.

La asociación de vacunas diferentes puede mejorar los niveles de anticuerpos.

Por todo esto creo que estamos en una situación auspiciosa: hay muchas infecciones, muchos contagios, pero baja cantidad de enfermos graves y de muertos.

*Alcides Greca, médico, especialista en clínica médica, Profesor Honorario de la Facultad de Medicina de la UNR