La moda foodie ha ido ganando terreno en las bodas millennial a lo largo de los últimos cinco años. A veces, estas cambian tan deprisa que cuesta mantenerse al día: del frosted cake pasamos al naked wedding cake, y de la mesa de dulces a la pared decorada con donuts. Al final la idea siempre es la misma: personalizar al máximo la celebración, y que los invitados se vayan a casa con buen sabor de boca.

Tendencias que anuncian cambios, no tanto en las recetas o los alimentos por los que apuesta la nueva generación de parejas -al fin y al cabo, el producto de calidad sigue siendo el gran protagonista- sino en la forma de presentarlo. La disposición de los platos en la mesa, el orden en el que aparecen, una apuesta por la variedad y no tanto por la cantidad, o la intención de sorprender -y conquistar- a los invitados con los postres, son algunos de los elementos que cambiarán en 2020.

¿Existe algo más argentino que un picoteo? Esa tradición, adorada por varias generaciones, de ocupar la mesa con un amplio abanico de embutidos, productos locales y recetas tradicionales se implantó, hace ya varios años, en el escenario nupcial. Tanto, que ese aperitivo previo a la comida, con productos gourmet y alimentos de altísima calidad, se ha convertido en el gran protagonista del banquete.

Los postres: La (nueva) joya de la corona

Nada de tortas gigantescas con muñecos que las decoran y sabores insulsos; hay un nuevo formato que ha sustituido a los postres de varios pisos y que, además, son personalizadas: las tortas con números e iniciales. Vistosas, sabrosas y con personalidad, son el fenómeno del momento.

Por último, otra tendencia en auge que lleva anunciándose ya varios años es la del buffet de postres. Como siempre, la parte más divertida llega al final de la fiesta.