Rosario Central no pudo capitalizar el envión que significó eliminar a Boca de la Copa Argentina y este domingo empató sin goles en el Gigante ante Independiente, que en más de la mitad del partido lo dominó y mereció llevarse algo más a Avellaneda.

Los dos equipos terminaron con diez jugadores por las expulsiones de Víctor Salazar en el local y Víctor Cuesta en la visita, ambos por doble amarilla en los últimos pasajes del encuentro.

El conjunto de Eduardo Coudet jugó un pobrísimo primer tiempo. Ni jugó ni marcó, y le llegaron por todos lados. Con poco, y sobre todo con más decisión, el visitante –apuntalado en Ezequiel Barcos, que reemplazó a los 5 minutos a un lesionado Maximiliano Meza– aprovechó para generar vértigo sobre el arco de Sebastián Sosa.

El arquero canalla, acaso agrandado por el gran partido entresemana ante el Xeneize, se mostró seguro cada vez que la pelota fue el arco y también cuando le tocó salir a cortar de aire.

El complemento presentó a Central con otra actitud, aunque sin poder hilvanar el juego pretendido por su técnico. Ya sin Marco Ruben, dolorido, el ataque quedó conformado por Germán Herrera y Fabián Bordagaray, que fue titular, mientras que Teófilo Gutiérrez lo reemplazó en el segundo tiempo.

La Academia rosarina emparejó las acciones: le llegaron otro poco –Sosa continuó inexpugnable–, pero también llegó e incluso lo pudo haber ganado sobre el final, cuando ya lo dos jugaban diezmados por las expulsiones. Aunque hubiera sido injusto, conforme a un trámite del partido que casi nunca le fue favorable.

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