Unos 177.063 santafesinos no están escolarizados en Santa Fe y la mayoría de ellos, unas 67.172 personas con esta condición, son rosarinos. El número, arrojado por el último Censo nacional del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), es mínimo, ya que implica un 1,1 por ciento de la población, comparado con el 32,8 por ciento de santafesinos que sí pasó por el colegio y con el 66,1 por ciento que asiste regularmente. Sin embargo, se trata de miles de ciudadanos y ciudadanas desprovistas de las herramientas más esenciales para manejarse en la vida.

Rosario3 consultó al flamante ministro de Educación provincial, José Goity, sobre la existencia de tantas personas que no saben leer ni escribir. “Me parece un número enorme, en términos reales son sesenta mil vidas que tienen, seguramente, limitaciones, y la posibilidad de desarrollarlas”, manifestó haciendo referencia al analfabetismo local. El funcionario consideró que los programas de alfabetización deben continuar, y para ello, las estrategias deben ser muy variadas. En ese sentido, confirmó la conformación del "gabinete social", que funcionará de manera inter ministerial. Junto a Educación trabajarán mancomunadamente Igualdad y Desarrollo Humano, Salud, Justicia y Seguridad.

El nuevo Ministro de Educación, José Goity. (Alan Monzón/Rosario3)

La iniciativa apunta a un abordaje integral de la persona, teniendo en cuenta que, en su mayoría, quienes carecen de la educación básica atraviesan contextos socio económicos de suma vulnerabilidad. "Se deberá analizar cada situación social. Hay muchos mecanismos de intervención del Estado para resolver cada problemática, porque seguramente una persona adulta que no fue escolarizada tiene otros problemas importantes. A esa persona hay que buscarla en su contexto, procurar mejorarle las condiciones de vida, y entre esas medidas debe estar la alfabetización" observó.

El porcentaje de ciudadanos que nunca asistió a la escuela es de un 1,1 por ciento. (Censo Indec 2022)

—Hubo muchos programas de alfabetización, de los cuales algunos permanecen como los Centros de Alfabetización y Educación Básica para Jóvenes y Adultos, (Caeba), y las organizaciones alfabetizadoras del territorio. ¿Se va a tomar una política de Estado en torno a recuperar, reactivar o traer nuevos programas?

José Goity: — El Estado no debe abandonar a estas personas, deberá buscar estrategias específicas en situaciones que suelen ser muy críticas. Se va a trabajar entre varios ministerios. Antes el abordaje se llamaba multi-agencial, y ahora le denominamos focal, pero es la misma propuesta de un abordaje mancomunado. Hemos conformado recientemente el que llamamos “gabinete social” entre varias carteras del gobierno provincial, y Educación es parte.

El Ministerio de Igualdad y Desarrollo Humano será una pata fundamental, pero se suman Salud y Seguridad. Este último, no desde un punto de vista represivo, sino de garantizar un entorno seguro para que los abordajes se puedan desarrollar.

Coincido en que los programas de alfabetización deben continuar. Las estrategias deben ser muy variadas. Cuando era estudiante en la Facultad de Humanidades y como militante en la FUR he participado en programas como el Nunca es tarde, de la FUA, y llevaba talleres de artes plásticas a barrios rosarinos.

—¿Pensás que por la pandemia se agudizó el analfabetismo?

— Es muy probable. No tengo datos certeros, pero muy posiblemente sea así. Se dio en mi opinión una conjunción de dos cuestiones que fueron muy negativas: primero la pandemia, pero después una retracción del Estado. Esto se venía produciendo también antes, pero en la pandemia se profundizó, y luego no fue revertido en la pospandemia.

Esto lo vemos a nivel educativo, pero también lo vemos en otros aspectos como en el desarrollo social. La retracción del Estado puede ser producto de incapacidad, pero yo considero que también hubo cierta desidia, en cuanto a no decidir intervenir con fuerza en lugares que solo puede llegar el Estado. Eso no fue gratuito, genera consecuencias. Entre ellas, seguramente, hay mayores niveles de analfabetismo, tanto crítico como funcional. Y en la pospandemia no vimos una política de intervención estatal para subsanarlo. La pandemia golpeó a todos, pero no a todos por igual.

El cuadro con los números de todos los niveles de escolaridad de los ciudadanos santafesinos (Censo Indec 2022).

— ¿El gabinete social va a trabajar junto a las organizaciones sociales?

— El otrora Ministerio de Desarrollo Social, hoy de Igualdad y Desarrollo Humano, que es el que trabaja con las organizaciones sociales, lo va a continuar realizando con las que trabajan en el territorio. Estas tienen un vínculo regular con las instancias del Estado, y esto no solo no se va a cortar, sino que tendremos más cercanía. La ministra Victoria Tejeda tiene capacidad de trabajo y compromiso y sensibilidad para hacerlo.

— ¿Cuál va a ser la política en torno a los Establecimientos de Educación Media para Adultos (Eempas)?

— Sobre los Eempas puedo asegurar que son muy importantes. Sobre su desempeño, aún no tengo el conocimiento sobre el nivel de aprendizaje con el que terminan. Pero, es un instrumento fundamental. Van a continuar, son una parte importante del sistema, y son una de las fortalezas, porque es un sistema muy amplio para que miles de ciudadanos terminen su escolarización.

Aprender es un derecho fundamental para cada ciudadano. Se confunden que los chicos deben terminar el secundario porque es obligatorio. Pero es al revés, la obligatoriedad es la asistencia al cursado y que se le dé la oportunidad, pero no es egresar al alumno, es que egrese con los conocimientos. Es una obligación legal y moral que tiene el Estado para con el derecho al aprendizaje que el título certifica. Si no es como dar un cheque sin fondos.

Si una persona llegó a adulto con algún nivel de analfabetismo a una edad determinada, probablemente no esté en condiciones de ser escolarizada con sistematicidad porque seguramente tiene otras problemáticas. Los alfabetizadores y trabajadores sociales cumplen un rol fundamental porque, probablemente, haya que llevar la alfabetización a su entorno por algún grado de dificultad. Es decir, son muchas herramientas válidas para enseñar a leer y escribir para adultos más vulnerables.

— ¿Y cómo continuarán con los Caeba?

— Es una estrategia distinta. Todavía no hemos avanzado, pero tenemos un criterio. Todas las alianzas que podamos hacer, las haremos para su fortalecimiento. Vamos a trabajar con todas las instituciones educativas que funcionen. Lo sostendremos y potenciaremos.

La inexactitud del número de analfabetos

En el Censo de 2010 toda la ciudadanía debió responder a la pregunta "¿sabe leer y escribir?", en tanto que en el de 2022 la pregunta fue por el nivel de escolarización. Entonces, los resultados del último Censo podrían no ser extrapolables al total de personas analfabetas. El licenciado en Estadística, Julián Crucella, analizó en este sentido: “Puede haber gente que no esté alfabetizada institucionalmente, pero que haya aprendido a leer y escribir en su casa, por lo que puede haber un sesgo".

La pregunta sobre si sabe leer en el Censo 2010 (izq.) y la pregunta por el nivel escolar en 2022 (der.)

“Como licenciado en estadística, entiendo que hay cosas que no preguntás para que no se ofenda el entrevistado. Puede ser que se avergüencen y quizás incluso mientan. La gente fue cambiando. Entonces la pregunta que se hizo en 2022 es por el nivel de escolaridad. Es una pregunta indirecta. Yo no te pregunto si sabés leer y escribir. Te pregunto por el nivel. Si nunca asististe a una escuela, sos analfabeto. Claro que puede haber un sesgo. No porque mientan, sino por el cambio de indicador”, observó.

Por otra parte, el referente de la asociación civil Alfabetización Santa Fe, Guillermo Cabruja, dio su mirada en torno a los resultados, que no le parecen representativos. “El problema de las encuestas, como el Censo Nacional, es que la gente no dice que no sabe leer y escribir, muchas veces por vergüenza, pero, sobre todo, porque piensan que el Estado no les va a solucionar nada", consideró.